Los Cárpatos, el reino de los osos

 

Oso en Rumanía, Arxiu RMiB

Del 9 al 18 de julio hicimos una escapada para conocer Transilvania y sus montañas, los Cárpatos. No se trataba de un viaje exclusivamente naturalista, sino que pretendía ser una aproximación a su historia, cultura y la naturaleza de esta zona de Rumanía.

 

Los Cárpatos, Rumanía, Arxiu RMiB

Los Cárpatos

Los Cárpatos son una cadena montañosa que forma un gran arco de 1.500 km de longitud y unos 150 km de anchura media. De norte a este, y regresando por el sur hacia el oeste, se extienden por Hungría (4 %), la República Checa (3 %), Eslovaquia (17 %), Polonia (10 %) y Ucrania (11 %). La mayor parte se encuentra en Rumanía (53 %), y el arco finaliza en las conocidas como Puertas de Hierro, que permiten el paso del Danubio entre Rumanía y Serbia.

Las cimas más altas se encuentran en los montes Tatras, situados en la frontera entre Polonia y Eslovaquia, donde destaca el Gerlachovský štít, en Eslovaquia, con 2.655 m de altitud. Le siguen en altura los montes Făgăraș, que delimitan Transilvania con Valaquia; su cumbre más elevada es el pico de Argeș, con 2.544 m.

Estas montañas rodean una ondulada meseta de fértiles tierras conocida como Transilvania. En ella se cultivan frutas, cereales, remolacha y vino. En sus montañas y dehesas se cría ganado. Además, abundan minerales como el oro, la plata, la sal y el carbón. Por estas sierras se extienden 250.000 hectáreas de bosques casi vírgenes, donde se refugian las mayores poblaciones de oso pardo de Europa occidental, además de lobos europeos, rebecos y linces boreales.

 


Transilvania

La etimología de este país parece proceder de la expresión latina de ultra silvam (“más allá del bosque”). En tiempos del Imperio romano (106 d. C.), esta zona de la actual Rumanía estuvo habitada por los dacios. Se cree que una de sus tribus, los carpos, fue la que dio nombre a estas sierras: los Cárpatos.



La Rumanía moderna es, en cierto modo, un constructo artificial, resultado de un complejo devenir histórico. Además de Transilvania, en el sur se encuentra Valaquia y en el este Moldavia, parte de la cual constituye hoy un estado independiente, desgajado de la antigua URSS. De hecho, en la actualidad existe un pujante movimiento político en la vecina Moldavia que busca integrarse en Rumanía y alejarse de las ambiciones imperiales de Rusia, que aspira a recuperarla.

Estas tierras de paso han sufrido innumerables guerras, lo que ha provocado repetidos exterminios de la población con el fin de usurpar sus riquezas naturales. Los pobladores originales fueron masacrados por los romanos; posteriormente soportaron el dominio de los bizantinos, los otomanos, las tribus centroasiáticas y los húngaros.

Tantos conflictos diezmaron la población, por lo que los húngaros, con el objetivo de establecer el control del territorio, propiciaron su repoblación con sajones germánicos procedentes del actual Luxemburgo. Estos huían de la esclavitud feudal y aceptaron la oferta de establecerse en ciudades libres, donde pudieran subsistir del comercio y la producción artesanal. Una vez asentados, vivieron sin mezclarse con la población rumana, encerrados en sus ciudades y templos amurallados.

Pitesti Prison Memorial, Arxiu RMiB


No mejoraron las condiciones de vida en la época moderna: sus habitantes siguieron sufriendo las consecuencias del paso de las tropas napoleónicas, del dominio del Imperio austrohúngaro, de las guerras mundiales con la ocupación nazi, y del posterior periodo comunista, que culminó con la terrible dictadura de Nicolae Ceaușescu (Pitești, 1918–1989).

Como resultado de tantos padecimientos, en cuanto les fue posible, los sajones supervivientes regresaron a Europa occidental, dejando Transilvania en manos de los más humildes, pero mucho más resilientes, rumanos.

 

9 de julio

Salimos de València al atardecer en un vuelo directo de la compañía Wizz Air.

 

Casa Poporului, Bucarest, Arxiu RMiB

10 de julio

Llegamos de madrugada al aeropuerto internacional Henri Coandă de Bucarest. Dada la hora, había contratado previamente un transporte hasta el Hotel Reina, situado en Strada Witting 2, justo al lado de la “Gara de Bucharest North”, la estación de tren.

Por la mañana solo tuvimos tiempo para cambiar algo de moneda, desayunar, coger el metro y acercarnos al parque Izvor, que está justo al lado de la desmesurada Casa Poporului, el Palatul Parlamentului. Se trata del segundo edificio no religioso más grande del mundo, después del Pentágono estadounidense, y fue mandado construir por el dictador rumano Ceaușescu.

Graja (Corvus frugilegus), Arxiu RMiB


En el parque tomé contacto con las primeras especies poco frecuentes para un mediterráneo, como la graja (Corvus frugilegus) y la corneja cenicienta (Corvus cornix).

Monasterio Ortodoxo de Ghighiu, Arxiu RMiB


Por la tarde nos reunimos con nuestra guía y el resto del grupo. Juntos alquilamos una espaciosa furgoneta y emprendimos viaje. Hicimos una primera parada en el Monasterio Ortodoxo de Ghighiu, donde pudimos apreciar las singularidades estéticas del credo ortodoxo. Este complejo religioso fue construido en 1817 sobre un eremitorio del siglo XVI. Además de la policromía que llena todo el espacio interior de los templos, sorprende la estética del cementerio, en concreto las lápidas de las monjas. Esa noche dormimos en el cercano Hotel Daly, en Bărcănești.

 

Mina de sal de Slănic, Arxiu RMiB

11 de julio

Comenzamos la jornada con la visita a las desmesuradas minas de sal de Slănic, situadas en el condado de Prahova. Desde el siglo XVIII, en las entrañas de esta zona se han extraído más de 2,9 millones de metros cúbicos de sal. Para ello, se excavaron galerías de hasta 240 metros de profundidad y se abrieron enormes salas con hasta 50 metros de altura. La rentabilidad de la explotación finalizó en los años setenta del siglo XX, y entonces las minas se transformaron en una atracción turística. La belleza de la piedra y la espectacularidad de las instalaciones convierten este lugar en una visita obligada.

Monasterio de Sinaia, Arxiu RMiB


De nuevo en la carretera, nos dirigimos al monasterio de Sinaia, en el que destaca una iglesia bizantina construida en 1695. Después de un corto paseo por los espesos bosques, llegamos al castillo de Peleș, inaugurado en 1883, que fue residencia de verano del rey Carlos I de Rumanía.

Castillo de Peles, Arxiu RMiB

Rematamos la jornada con un recorrido para admirar el exterior del castillo de Bran, construido por los sajones para proteger la puerta sur de entrada a Transilvania. Aunque no hay ninguna evidencia histórica, este enorme y tétrico castillo presume de haber sido la residencia del príncipe valaco conocido como Vlad el Empalador, más propiamente Vlad III de Valaquia (Sighișoara, 1428–1476). Esta figura controvertida está rodeada de mitos e inspiró al irlandés Bram Stoker para su famosa novela Drácula (1897).

Castillo de Bran, Arxiu RMiB

La paradoja es que este noble guerrero, comúnmente asociado a Transilvania, en realidad fue un príncipe valaco que participó en innumerables batallas contra los sajones de Transilvania y contra los otomanos que ocupaban Valaquia.

Vlad III de Valaquia

Finalizamos la jornada durmiendo en la puerta sur de Transilvania, en Brașov. Nos alojamos en un coqueto apartamento junto a los bosques que crecen en las colinas que rodean la ciudad, y el primero en venir a saludarnos fue un simpático erizo oscuro oriental (Erinaceus roumanicus).

 

Brașov, Arxiu RMiB

12 de julio

a jornada hicimos una ruta hasta la cima de la colina de Tâmpa, atravesando un precioso bosque. El único inconveniente fue que esa mañana se celebraba una carrera que discurría justamente por el mismo sendero que seguíamos, lo que nos impidió observar con calma la abundante biodiversidad de la zona.

Brașov, detalle señalización sobre osos. Arxiu RMiB


En esta misma colina habita alguna osa con crías, por lo que, para evitar incidentes, se ha instalado un sistema de cámaras de vigilancia y otro de señalización acústica. Estos sistemas permiten ahuyentar a los plantígrados y alertar a quienes pasean por la zona cuando se detecta la presencia de algún oso.

 

Sighișoara, Arxiu RMiB

13 de julio

El paseo matinal lo realicé por el bosque de Tâmpa, lo que me permitió observar algunas especies, aunque ninguna singularidad destacable.

Después del desayuno, participamos en una visita guiada que nos permitió conocer la complejidad étnica de Transilvania y su historia. A continuación, emprendimos ruta hacia la ciudadela de Rupea y la iglesia luterana fortificada de Fișer, que fue levantada por los székely húngaros en el siglo XII.

Ciudadela de Rupea, Arxiu RMiB

De camino, en los campos que rodean Rupea, disfruté observando varias águilas pomeranas (Clanga pomarina) y un grupo de estorninos rosados (Pastor roseus).

Esa noche dormimos en Sighișoara, una monumental y preciosa ciudad fundada por los húngaros y posteriormente repoblada por sajones.

 

Picogordo común (Coccothraustes coccothraustes)

14 de julio

El paseo matutino lo realicé a orillas del río Târnava y resultó muy productivo: pude observar una enorme liebre europea (Lepus europaeus), un corzo (Capreolus capreolus), picogordo común (Coccothraustes coccothraustes), dos parejas con pollos de alcaudón dorsirrojo (Lanius collurio) y varios ejemplares de zorzal real (Turdus pilaris).

Alma Vii, Arxiu RMiB


Después del desayuno nos dirigimos a la pequeña localidad de Alma Vii, donde disfrutamos explorando una iglesia fortificada del siglo XIV. Culminamos la visita con un banquete transilvano en el restaurante que gestiona la propia fortaleza.

Esa noche nos alojamos en Cașolț, una pequeña localidad próxima a la preciosa ciudad de Sibiu. En un recorrido guiado por esta villa histórica, pude observar un alcotán europeo (Falco subbuteo) y gaviota cáspica (Larus cachinnans).

Sibiu cuenta con un encantador casco antiguo de influencia germánica; aún conserva parte de sus murallas y torres medievales, incluida la Torre del Consejo, que data del siglo XIII.

Sibiu, Arxiu RMiB

  

15 de julio

Por la mañana realizamos una larga ruta por una espectacular dehesa de robles añosos abierta en medio del bosque de Bradului, donde pastaban algunas vacas vigiladas por enormes mastines. Entre las especies habituales, destacaron la observación de un pico tridáctilo (Picoides tridactylus) y un buitre negro (Aegypius monachus).

Dehesa de robles de Bradului, Arxiu RMiB


Más tarde abandonamos Sibiu para afrontar la travesía de la mítica carretera Transfăgărășan, que alcanza los 2.034 metros de altitud y une Transilvania con Valaquia, concretamente las ciudades de Sibiu y Piteşti. A causa de la nieve, suele estar cerrada al tráfico desde finales de octubre hasta finales de junio.

Transfăgărășan, Arxiu RMiB


Poco antes de llegar a la cascada de Transfăgărășan, en la vertiente norte y dentro del término de Cârțișoara, encontramos a un joven oso (Ursus arctos) que aparentaba estar recién independizado y no encontraba mejor zona para buscar comida que la carretera. Este fue el primero de los tres encuentros que tuvimos con diferentes ejemplares.

Oso en la Transfăgărășan, Arxiu RMiB 


Redondeamos esa tarde con el avistamiento de un pequeño zorro (Vulpes vulpes). Esa noche nos alojamos en Călimănești.

Zorro en la Transfăgărășan, Arxiu RMiB 


16 de julio

Esa jornada la dedicamos a recorrer diversos monasterios escondidos en medio de los preciosos bosques del Parcul Național Cozia, que protege una extensión de 17.100 hectáreas en el segmento sur de los Cárpatos.

Monje de Berislăvești, Arxiu RMiB


Por la mañana exploramos la zona del Mănăstirea Berislăvești (1753), sobre la cual sobrevoló un águila real (Aquila chrysaetos homeyeri).

Monasterio de Cozia, Arxiu RMiB


Al mediodía visitamos el Monasterio de Cozia (1388), decorado en un espectacular estilo bizantino, y por la tarde caminamos por el magnífico hayedo que crece alrededor del Mănăstirea Turnu (siglo XV).

Cárabo uralense, Arxiu RMiB


Aquí tuvimos una de las mejores sorpresas naturalistas del viaje: sorprendimos el vuelo de un espectacular cárabo uralense (Strix uralensis). Además, pudimos localizar su posadero en medio de las enormes hayas de un bosque monumental.

La lástima fue que en ese momento no llevaba el teleobjetivo, por lo que me tuve que conformar con una toma testimonial con el 125 mm. Pero la satisfacción de poder observarlo a placer con los prismáticos no la olvidaré nunca.

 

Monasterio de Cozia, Arxiu RMiB

17 de julio

Solo nos quedaba un día y medio, durante el cual teníamos que visitar algunos lugares poco interesantes en las proximidades de la capital. Sin embargo, esa mañana, a orillas del río Olt, en Călimănești, pude añadir a mi cuaderno de campo especies destacadas como el cormorán pigmeo (Microcarbo pygmaeus) y la pagaza piquirroja (Hydroprogne caspia).

Oso en la Transfăgărășan, Arxiu RMiB
 

El oso pardo en Rumanía

En las zonas montañosas de los Cárpatos, y únicamente en Rumanía, se calcula que hay alrededor de 8.000 osos pardos. Tal densidad de población aumenta las posibilidades de conflictos con los intereses humanos, principalmente debido a ataques protagonizados por hembras que solo intentan proteger a sus cachorros de la imprudencia humana.

En 2024, para reducir el número de incidentes, el gobierno rumano decidió autorizar la caza de 426 ejemplares, justo después de un ataque a una senderista en las montañas de Bucegi. Hoy, los autodenominados “cazadores” pueden, por solo 1.950 €, pasar cinco días intentando abatir un plantígrado. Si consiguen matarlo, obtienen un certificado CITES y una autorización para la exportación de su trofeo.

Oso en la Transfăgărășan, Arxiu RMiB

Como ejemplo de esta conflictividad, cabe mencionar un reciente incidente que costó la vida a un motorista italiano en esta misma carretera. El 4 de julio de 2025, en las inmediaciones de la presa de Vidraru, un turista sorprendió a dos oseznos en la carretera y no tuvo mejor idea que detener su moto, bajar y acercarse a los cachorros para hacerse un autorretrato con ellos. La hembra, al comprobar que se aproximaba demasiado a sus crías, lo atacó y lo lanzó por un empinado terraplén, donde murió. Las autoridades buscaron y mataron a la hembra responsable, condenando también a sus dos oseznos.


Oso en la Transfăgărășan, Arxiu RMiB

Queda pendiente un viaje enteramente naturalista para intentar observar muchas especies que este apasionante país todavía puede ofrecer, por lo que intentaré organizar uno que, además de los Cárpatos, incluya el delta del Danubio.

 

Oso en la Transfăgărășan, Arxiu RMiB

Fuentes y bibliografía:

https://www.viajes-rumania.com/osos-en-rumania.html

https://www.infobae.com/espana/2025/07/04/un-motorista-fotografia-a-un-oso-con-sus-cachorros-el-animal-lo-arrastra-al-bosque-y-lo-mata/

https://elpais.com/clima-y-medio-ambiente/2024-07-15/rumania-da-via-libre-a-la-caza-de-426-osos-tras-el-ataque-a-una-senderista.html

https://www.deonissafaris.com/caza-en-europa/rumania/rumania-osos-en-espra