Agonizan las estepas cerealistas de la Manchuela

 

Águila imperial ibérica (Aquila adalberti)

20 y 21 de mayo de 2021

En la Manchuela conquense, en el triángulo formado por las localidades de Iniesta, Villagarcía del Llano y Ledaña, queda una zona con cultivos de cereal. Estos secanos son lo más parecido a las estepas ibéricas que en la actualidad casi desaparecido. Aquí sobreviven un grupo de especies muy valiosas que cada día son más escasas, pero este pequeño oasis tiene los días contados, en cinco años no quedará nada. Con subvenciones públicas se está plantando viña en espaldera, con goteo y almendros. Desaparecen los trigales, cebadas, leguminosas y alfalfas, con ellos una biodiversidad que merecería protección con los fondos europeos de la PAC. Por desgracia lo que se diseña como una herramienta para, entre otras cosas, garantizar la biodiversidad, solo sirve para llenar los bolsillos de los grandes tenedores de suelo agrícola. Y la mayoría de los grandes agricultores beneficiarios de ayudas de la PAC, son terratenientes que viven a cuerpo de rey en Madrid.


Cereales en la Manchuela conquense


Es muy recomendable recorrer estos campos en mayo, sin duda es uno de los mejores espectáculos naturales de la Península Ibérica. Al tamaño y rareza de muchas de las aves que viven aquí, se le suma la explosión cromática del paisaje, en primavera. Ante los ojos del que sepa mirar se despliegan todos los tonos imaginables entre el amarillo a la verde, gracias a los diferentes cultivos. El lienzo de este paisaje se salpica con la explosión de colores que aportan las flores, todo enmarcado por un cielo resplandeciente, mezcla de azul y blanco.


Avutarda común (Otis tarda)

Si añadimos que este año ha sido húmedo, encontraremos unas espigas abigarradas que han crecido por encima del medio metro y se dejan mecer suavemente con la brisa. En ella las aves se esconden con facilidad, a pesar que algunas son bastante grandes. Solo mirando con prismáticos algún campo en barbecho arado, o los que se están transformando a viña, nos permitirá descubrir esta avifauna. Solo pude observar 8 ejemplares y la mayoría grandes machos de Avutarda común (Otis tarda) cuando aquí hay cerca del medio centenar, ahora las hembras permanecen escondidas con los pollos, en lo más espeso. Algo parecido le ocurre al Sisón común (Tetrax tetrax), solo fui capaz de encontrar 4 machos.


Alcaraván común (Burhinus oedicnemus)

En uno de estos barbechos libres de vegetación pude encontrar a una pareja de Alcaraván común (Burhinus oedicnemus). Tanta espiga solo permitió observaciones fugaces de pequeñas aves esteparias como la Alondra común (Alauda arvensis), la Terrera común (Calandrella brachydactyla) o la Cogujada común (Galerida cristata).


Calandria común (Melanocorypha calandra)

En las parcelas recién sembradas de viña protegidas de los conejos por cilindros plásticos, se podía ver alguna calandria común (Melanocorypha calandra). El ave menos tímida, gracias a su costumbre de cantar desde puntos visibles era el Escribano triguero (Miliaria calandra).


Perdiz roja (Alectoris rufa)

Se dejaron ver dos parejas de perdiz roja (Alectoris rufa), a las que fue imposible observar fueron a las diminutas codornices comunes (Coturnix coturnix), pero las delataba su canto.


Busardo ratonero (Buteo buteo)

La naturaleza siempre sabe compensar al observador paciente y como no dejaban ver pequeñas aves de los sembrados, el espectáculo se desplazó al cielo. Estaba repleto de aves de rapiña y córvidos. En la zona se movían cuatro ejemplares de Aguilucho lagunero occidental (Circus aeruginosus) y tres parejas distintas de Busardo ratonero (Buteo buteo). Sospecho que los aguiluchos son ejemplares no reproductores ya que no vi ningún macho adulto. En la zona cazaban cuatro ejemplares de cernícalo primilla (Falco naumanni) y abundaban los grupos familiares de Corneja negra (Corvus corone).


Colores de la Manchuela

A mediodía el calor apretaba y paré a la sombra de una encina, de la copa se levantó de un disimulado nido una corneja. Enseguida se acercó curioso un ratonero y empezó una pelea entre las dos parejas vecinas. Ratoneros y cornejas solo se toleran si logran mantener la suficiente distancia, a ninguno les gusta tener vecinos peligrosos para sus pollos.


Sisón común (Tetrax tetrax)

Cerca del medio día disfruté de una escena de caza digna de un documental de naturaleza. Pasó como un rayo un Alcotán europeo (Falco subbuteo) y se dejó caer en picado hacía una golondrina común (Hirundo rustica). Esta logró esquivar el ataque en el último segundo, gracias a un rápido quiebro y dejarse caer dentro de la cebada. El pequeño alcotán se elevó con la misma rapidez con la que había caído para esperarla. La golondrina se levantó y siguió su vuelo a media altura. Se repitió la escena anterior y de nuevo falló el atacante. 


Alcotán europeo (Falco subbuteo)

Cuando pensaba que se volvería a repetir el guion por tercera vez, apareció un nuevo actor, un cernícalo vulgar (Falco tinnunculus). Llegó chillando irritado y estuvo a punto de golpear al alcotán con sus pequeñas garras justo cuando este parecía poder atrapar a la cansada golondrina. El alcotán y cernícalo se enzarzaron en una agria discusión entre chillidos y amenazas de garras, entre hábiles quiebros, mientras la golondrina volvió a levantarse de entre las espigas y desapareció de escena, dando gracias a su suerte.


Cuervo atacando al águila imperial

Seguí mi camino, era cerca de las dos del mediodía, yo necesitaba parar unos minutos junto a cualquier sombra que encontrara. Estaba bajo una gran encina cuando escuché el graznido de dos cuervos (Corvus corax). Estas son aves de un tamaño respetable pero acosaban a algo que les triplicaba en tamaño. Cuando enfoqué los prismáticos descubrí que era una preciosa águila imperial ibérica (Aquila adalberti), tenía delante un joven pajizo que debía tener dos años de vida, recién cumplidos. Con esa difícil edad las águilas deben vagar buscando cazaderos que alberguen abundantes presas y que sean tranquilos. Aquí las presas no faltan, hay conejo (Oryctolagus cuniculus) y liebre ibérica (Lepus granatensis), pero también hay otros predadores celosos de un ave tan grande e imponente como una imperial. La pareja de cuervos la acosó hasta casi llegar a tocar al aguilón, este estiraba el cuello para ver por adivinar por donde les venían las acometidas y en el último momento se giraba enseñándoles las poderosas garras.


Busardo ratonero acosando al águila imperial

La imperial logró dejar atrás a los cuervos cuando se le tiraron encima dos ratoneros, aunque no fueron tan osados como los valientes enlutados, no se acercaron tanto, la marcaron desde arriba, a cierta distancia. Vista la desagradable bienvenida el águila de tanto vecino ingrato se marchó dirección sur. ¡Buena suerte jovenzuela!


Buitre leonado

Casi al instante otra silueta enorme me sobresaltó, aunque enseguida comprobé que era un tranquilo buitre leonado (Gyps fulvus) al que seguían otros dos. Estos carroñeros son conocidos por el resto de las aves y a pesar de su enorme tamaño no despiertan ninguna hostilidad del resto de vecinos alados.


Pagaza piconegra (Gelochelidon nilotica)

La tarde avanzaba y el sol empezó a bajar cuando otros graznidos llamaron mi atención, eran seis ejemplares de Pagaza piconegra (Gelochelidon nilotica) que intentaban atrapar insectos sobre un dorado trigal. Aquí hay algún pequeño lavajo pero no son aptos para esta especie que debe venir de lejos para alimentarse aquí, los sitios cercanos yo conozco son Pétrola y Pedro Muñoz, pero están bastante lejos. 


Lavajo en Ledaña

Eran las 6 de la tarde cuando decidí esconderme cerca de uno de los lavajos para ver que aves entraban a beber. Solo lo hicieron pequeños paseriformes y unos sorprendentes machos de ánade azulón (Anas platyrhynchos). Estos deben ser patos de “secano” o hay en la zona alguna gran superficie húmeda capaz de darles cobijo.


Escribano triguero (Miliaria calandra)

A parte de trigueros los más abundantes de entre los sedientos fueron los pardillos (Linaria cannabina mediterranea), también bebieron: Serín verdecillo  (Serinus serinus), Verderón común (Chloris chloris), Jilguero europeo (Carduelis carduelis), Gorrión chillón (Petronia petronia), Gorrión molinero (Passer montanus), Estornino negro (Sturnus unicolor) y Vencejo común        (Apus apus).


Pinada isla en Villagarcía del Llano

Se acababa la luz del día y me dirigí a dormir a un pinar isla de la zona donde escuché los cantos del Mosquitero papialbo (Rhadina bonelli) y se levantó con su típico palmoteo una pareja de Paloma torcaz (Columba palumbus). Ya era de noche cuando él único sonido que rasgó el silencio fue el canto de un Chotacabras cuellirrojo (Caprimulgus ruficollis) y el aflautado silbido de un Autillo europeo (Otus scops).


Campos de Iniesta

La mañana siguiente seguí observando las especies anteriores, sólo añadí a mi listado una Collalba gris (Oenanthe oenanthe), Abejaruco europeo (Merpos apiaster) y Abubilla (Upupa epops).

Ojalá aguanten los agricultores que todavía mantienen la tradición de estas tierras, dedicados a trabajar sus enormes campos de cereal. Cuando ellos abandonen todo se transformará en emparrados de viña y ese día desaparecerá una parte significativa de la mejor de biodiversidad de Cuenca.

Texto y fotos de Rafa Muñoz.