Aves de Quito, Ecuador. I

 

Chingolo común, Rufous-collared Sparrow (Zonotrichia capensis)/Arxiu RMiB


ECUADOR Y GALÁPAGOS I

Hay veces que los astros se alinean y los vientos del destino te brindan una oportunidad única. Una anodina mañana de invierno recibes la llamada de un amigo que dice: “es mi sueño, es el momento y quiero que lo compartas conmigo”. Cuando se presenta una oportunidad como esa, y eres lo suficientemente viejo para ser consciente que el tiempo ha pasado muy rápido y que debes exprimir el que te quede con intensidad. Ese día no tienes ninguna duda, sin dudar te apuntas a vivir una nueva aventura: Ecuador y Galápagos.


Quito/Arxiu RMiB

Quito, 24 de mayo de 2022

Amanece en las puertas de la terminal del Aeropuerto Internacional Mariscal Sucre, el vuelo ha sido cómodo y tranquilo, pero demasiado largo. Paradoja de los husos horarios es que embarcamos en Barajas a la 1:45 y después de 10 largas horas de vuelo, son las 6 de la mañana. Mientras esperamos que nos recoja la furgoneta de nuestro guía, un grupo de chingolos comunes, Rufous-collared Sparrow (Zonotrichia capensis) corretean alrededor de las maletas.

La capital de Ecuador, San Francisco de Quito, está situada a una altitud media de 2.850 msnm, se desparrama en el centro de un enorme valle abierto en medio de los Andes. Los tres millones de habitantes que viven en su área metropolitana levantan los barrios humildes en los empinados cerros, para el centro de la ciudad dejan las mejores tierras, una planicie delimitada por profundas gargantas fluviales.

Nos alojamos en un moderno hotel del norte de la capital, el JW Marriott Quito. Después de dejar las maletas y darnos una ducha esperamos el regreso de nuestro guía en los pequeños jardines de la entrada, durante unos segundos revisa las flores del parterre un espectacular colibrí colilargo menor, Green-tailed Trainbearer (Lesbia nuna).


Quito/Arxiu RMiB

A media mañana nos deja la furgoneta de la agencia GASTON-SACAZE ECUADOR en un cerro coronado por una gran estatua kitsch, la Virgen del Panecillo, desde allí se domina todo el centro histórico de la ciudad. El cambio horario y la altitud provocan un zumbido en mi cabeza que me aísla del exterior, más corteses, mis compañeros y amigos: Maica, Gerardo y Aurelio simulan prestar atención a las explicaciones nuestro guía, Paúl Urigüen. Con gran delicadeza se esfuerza intentando que reparemos en la belleza de la arquitectura colonial, yo centro la poca lucidez que conservo buscando sin éxito un pájaro que canta en la copa de un eucalipto. Poco después compruebo que ni siquiera soy capaz de enfocar los prismáticos sobre alguna de las golondrinas barranqueras, Blue-and-white Swallow (Pygochelidon cyanoleuca) que revolotean por la zona, por tanto desisto de buscar más aves en la capital andina y me concentro en seguir caminando. 


Quito/Arxiu RMiB

Nuestro guía nos arrastra gracias a su español dulce, nos cuenta mil detalles de lo que nos rodea, por suerte nosotros solo tenemos centrarnos en intentar bajar empinadas calles adoquinadas. Conseguimos arrastrar los pies hasta la plaza Grande y la encontramos abarrotada por grupos de campesinos vestidos de domingo, parecen somnolientos y se apiñan bajo la sombra, la nota de color la aportan banderolas y pancartas de cartulina que llevan. Unas pantallas gigantes vomitan un discurso ininteligible del presidente Guillermo Alberto Santiago Lasso Mendoza, pero nadie parece prestar atención.

Se conmemora la victoria en la batalla de Pichincha (1822) que significó la derrota de las tropas coloniales y la expulsión de los españoles de toda la Real Audiencia de Quito. Aún tuvieron que esperar ocho años más para desvincularse de la Gran Colombia y proclamar la independencia de la República de Ecuador


Quito/Arxiu RMiB

Este país es el resultado de un puzle geográfico que ocupan 36 etnias tranquilas, gentes orgullosas y trabajadoras, acostumbradas a ver pasar conquistadores belicosos, los penúltimos fueron los incas y los ecuatorianos ayudaron a los castellanos a destronarlos. 

Podemos huir de la concentración cívica y refugiarnos en la tranquilidad del claustro del Convento de San Francisco. Allí desaparece mi jet lag cuando descubro un colibrí rutilante, Sparking Violetear (Colibri coruscans) y una paloma, la zenaida torcaza, Eared Dove (Zenaida auriculata) que se dejan fotografiar, una de las ventajas de las abundantes endorfinas que genera el pajareo.


Colibrí rutilante, Sparking Violetear (Colibri coruscans)/Arxiu RMiB 
 

Listado aves observadas: https://ebird.org/spain/checklist/S115313223

 

Zenaida torcaza, Eared Dove (Zenaida auriculata)/Arxiu RMiB 


Quito, 25 de mayo de 2022

Aún no ha amanecido, son las 5.30, camino solo hasta el cercano parque de la Carolina. Al llegar me sorprende encontrar un cuidado parque idéntico al de cualquier ciudad europea. Por sus viales corren los deportistas, otros madrugadores más tranquilos pasean sus perros, el resto se dirige a cumplir con sus obligaciones cotidianas. Ante las advertencias sobre los frecuentes hurtos, llevo escondida la cámara y prismáticos en un sencillo macuto pero en ningún momento tengo sensación de peligro.


Tangara azuleja, Blue-grey Tanager (Thraupis episcopus)/Arxiu RMiB

Las aves no tardan en aparecer, en el suelo abundan los grupos familiares de mirlo grande, Great Thrush (Turdus fuscater) y de paloma montaraz común, White-tipped Dove (Leptotila verreauxi). En las copas de los árboles la abundante es la tangara azuleja, Blue-grey Tanager (Thraupis episcopus).

Compruebo que lo más productivo es prestar atención a las flores, en las arboledas junto a un gran lago encuentro colibrís como el calzadito colilargo norteño, Sapphire-vented Puffleg (Eriocnemis luciani) o el colibrí colilargo mayor, Black-tailed Trainbearer (Lesbia victoriae). Las flores de un arbusto me permiten descubrir dos pinchaflor negro, Black Flowerpiercer (Diglossa humeralis).


Pinchaflor negro, Black Flowerpiercer (Diglossa humeralis)/Arxiu RMiB


Con paciencia entre las copas se deja ver el jilguero encapuchado, Hooded Siskin (Sporagra magellanica) o algún llamativo macho de mosquero cardenal, Vermilion Flycatcher (Pyrocephalus rubinus).

Los típicos gritos histéricos de un pícido delatan el fugaz vuelo de un carpintero candela común, Crimson-mantled Woodpecker (Colaptes rivolii). Entre mirlos negros y marrones descubro un sinsonte tropical, Tropical Kingbird (Mimus gilvus), vestido de un elegante gris. Cuando inicio el regreso para llegar al desayuno una hembra de halcón peregrino, Peregrine Falcon (Falco peregrinus cassini) me regala con un intento de caza, picando sobre un mirlo joven.


Museo Intiñan, Quito/Arxiu RMiB


A mis amigos les gusta la naturaleza tanto como la historia, el arte, la gastronomía o el conocer otras culturas, por tanto este no será un viaje “pajarero”, pero intentaré que vean mucha biodiversidad. 

La jornada la completamos con la visita al insulso complejo turístico de Mitad del Mundo, es un pastiche de cartón piedra que pretende explotar la línea del ecuador geográfico y la historia de las expediciones científicas que lo estudiaron. Mucho más didáctico e interesante es el cercano Museo Solar Intiñan, allí ya levantaban casas los Quitu, un pueblo anterior a los Cañari que ayudaron a los conquistadores españoles a derrotar a los Incas. Dentro observamos el primer picogrueso ventriamarillo, Golden-bellied Grosbeak (Pheucticus chrysogaster) del viaje.


Listado aves observadas: https://ebird.org/spain/checklist/S115314993


Mosquero cardenal, Vermilion Flycatcher (Pyrocephalus rubinus)/Arxiu RMiB