Galápagos, Isabela, edén primigenio. I

Pelícano pardo de Galápagos, Brown Pelican (Pelecanus occidentalis urinator)/Arxiu RMiB


El archipiélago de las Galápagos tiene una superficie emergida de 8.000 km². Está formado por 13 islas mayores de 10 km², 9 islas con una superficie comprendida entre 1 y 10 km² y 107 islotes. Están situadas en el océano Pacífico en la línea del Ecuador, distan 972 km de las costas de Sudamérica.


Colada de lava/Arxiu RMiB

La confluencia de las placas tectónicas de Cocos, Nazca y Pacífica provoca fisuras en la corteza terrestre por la que escapa el magma y esto genera gran actividad volcánica, esas continuas erupciones formaron estas islas. Las primeras en emerger del océano fueron las más orientales: San Cristóbal y Santa Cruz, hoy son las que tienen menos actividad eruptiva. Conforme la fisura se fue desplazando al oeste, siguieron aflorando nuevas islas. Las más recientes son Isabela y Fernandina, por tanto son las que conservan más actividad volcánica. 


Isla Dhapne Menor, Galápagos, Ecuador/Arxiu RMiB

Isabela es la isla más grande con 4.588 km², fue el resultado de la unión de cinco grandes volcanes, su cumbre más alta es el volcán Wolf con 1.707 m. A pesar de su tamaño sólo viven 2.200 habitantes que se concentran en las proximidades de su principal localidad, Puerto Villamil. Está situada en las costas del sur, el resto de la isla es parque nacional con un acceso totalmente restringido.


Vertiente seca, al norte de la isla de Santa Cruz/Arxiu RMiB

Santa Cruz es la segunda isla más grande, cuenta con 985 km² y tiene 15.200 habitantes. Su mayor cumbre es mucho más modesta ya que solo tiene 864 m, su principal población es Puerto Ayora


Isla Santiago/Arxiu RMiB


Las islas Fernandina y Santiago son la tercera y cuarta respectivamente, no están habitadas, por tanto están estrictamente protegidas. Sólo se permite desembarcar y permanecer en la playa de bahía Sullivan en la isla Santiago.

Le sigue en tamaño la isla de San Cristóbal que cuenta con 558 km², es la que está situada más al oeste, por tanto la más cercana al continente. En ella viven 8.400 ciudadanos y su principal localidad es Puerto Baquerizo Moreno que cuenta con aeropuerto. La cima más alta tiene 730 metros. Al ser la isla más antigua y la que menos actividad volcánica mantiene, es la que más ha desgastado la erosión.


Isla Bartolomé/Arxiu RMiB


El resto de islas mayores son Floreana con 173 km² donde solo viven 100 personas. Le siguen, por orden de tamaño: Marchena, Española, Pinta, Baltra, Santa Fe, Pinzón, Genovesa, Rábida, Seymour Norte, Wolf, tortuga, Bartolomé y Darwin, todas ellas están deshabitadas y tienen el acceso totalmente restringido.

El viajero que prepare un viaje a Galápagos se enfrenta a dos tipos de visita. La que ofertan las agencias es un crucero de más o menos lujo que, a partir de una semana de estancia, propone un recorrido por las principales islas, con desembarcos ocasionales para hacer recorridos terrestres o sesiones de buceo. La otra opción consiste en alojarse en las principales localidades y desde allí hacer excursiones terrestres o embarcarse a los principales lugares de buceo para descubrir la vida salvaje. Sin duda recomiendo la segunda opción a los naturalistas que quieran disfrutar de la biodiversidad, además es bastante más económica que ceñirse a un crucero elitista y con tiempos y rutas demasiado organizados. 


Isla San Cristóbal/Arxiu RMiB

Las Galápagos están situadas en la línea del ecuador por lo que no deberían tener grandes diferencias climáticas. La realidad es que hay un marcado cambio estacional que provoca la alternancia de las corrientes oceánicas y los vientos dominantes, sin embargo la temperatura es muy estable todo el año ya que oscila entre los 20 y los 27° C.

La estación cálida va de enero a mayo y está condicionada por la corriente marina cálida de El Niño que entra por el norte. El agua caliente implica que se reducen los nutrientes que arrastra mar por lo que muchas especies se ven obligas a migrar a aguas más frías. En la superficie los vientos dominantes que llegan del sur empujan frentes nubosos que quedan anclados en las cumbres y descargan lluvias, una media de 400 mm/año. Estas precipitaciones riegan principalmente las zonas medias y altas de las islas, su presencia o ausencia condiciona los diferentes tipos vegetación dominante. La humedad activa la vegetación y con ella, la vida terrestre.

Este fenómeno es muy evidente cuando se transita por la carretera que atraviesa la isla de Santa Cruz, que se despliega en sentido norte-sur. Una mirada atenta percibe que la vertiente sur es mucho más húmeda que la norte. Esto implica que los frentes nubosos entran por el sur y se enganchan en la sierra, por lo que descargan la mayor parte de las lluvias en el sur y apenas riegan la vertiente norte. 


Tortuga Verde de Galápagos (Chelonia mydas agassisi)/Arxiu RMiB



La estación fría se extiende la segunda mitad del año, de junio a diciembre. En esta época entran la corriente oceánica de Humboldt por el sur y la de Cromwell que se presenta por el este. Ambas son frías y arrastran nutrientes que favorecen una explosión de vida marina, este fenómeno se conoce como La Niña. En contraposición en tierra firme desaparecen las lluvias, la vegetación se agosta y llega la época de escasez para la flora y fauna terrestre.

Un naturalista que se plantee disfrutar Galápagos debería tener en cuenta que en la estación fría, en el mar el buceo es espectacular y en tierra aumentan las especies migradoras procedentes, tanto del hemisferio norte como del sur. Las aves marinas aprovechan este periodo para reproducirse.

En la estación cálida el baño es más agradable pero la vida marina se reduce, aunque desovan las tortugas marinas. En tierra firme llueve y la vegetación se muestra con toda su plenitud y las especies terrestres realizan su reproducción.

Resumiendo, creo que los periodos de transición entre estaciones, como mayo-junio y diciembre-enero aumentan las posibilidades de disfrutar de su biodiversidad.


Lobo Marino de Galápagos (Zalophus wollebaeki)/Arxiu RMiB


Isla de Baltra, 8 de junio de 2022

Tomamos un vuelo desde Guayaquil hasta el aeropuerto Baltra, es un islote próximo al norte de la isla Santa Cruz, en Galápagos. La primera impresión al llegar es que estás en una zona desértica, la luz solar del medio día es muy intensa. L vegetación es escasa y está agostada, entre los tonos pardos dominantes lo primero que destaca son unos grandes cactus arbóreos.

Camino hacía la terminal medio cegado por la luz, casi tropiezo con una descarada lagartija de lava de Santa Cruz (Microlophus indefatigabilis) que me observa, solo huye cuando cree que la voy a pisar.

Para entrar en Galápagos, aparte de pagar unas tasas que suman 120$, hay un estricto control de equipajes que intenta evitar la entrada de especies invasoras, o la exportación ilegal de cualquier ejemplar de la biodiversidad autóctona. Antes del vuelo hay rellenar un completo informe que incluya además de los datos personales, todos los alojamientos y fechas durante la estancia. En el aeropuerto de origen hay que pasar un control específico de rayos X, después ponen unos precintos a las maletas que sólo retiran cuando se llega al destino. En Baltra en pocos minutos recogemos las maletas pero antes han tenido que soportar el pisoteo de un cansado perro policía que las olfatea con poco interés. Sospecho que solo piensa en la galletita de recompensa. 


Lagartija de lava de Isabela (Microlophus albemarlensis)/Arxiu RMiB

Dentro de la terminal tengo un subidón de endorfinas cuando veo revolotear un grupo de pinzón de Darwin terrestre chico, Small Ground-finch (Geospiza fuliginosa). Los machos son totalmente negros y las hembras visten de pardo adornadas por un pico ligeramente rosado.


Macho de pinzón de Darwin terrestre chico (Geospiza fuliginosa)/Arxiu RMiB

En la puerta exterior del mínimo aeropuerto crecen más cactus y arbustos espinosos, allí descubro un pinzón mucho más grande y rechoncho, es el pinzón de Darwin vegetariano, Vegetarian Finch (Platyspiza crassirostris) que salta entre las ramas. Es inconfundible, su cabeza y pico son de color negro, muy grandes, el resto plumaje es una mezcla gris moteado sobre tonos pardos.


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Un consejo a los viajeros naturalistas, no tengáis prisa en abandonar el aeropuerto, dejar los prismáticos y cámara a mano que aquí se ven con facilidad especies más difíciles de encontrar en el resto del archipiélago.


Piquero patas azules (Sula nebouxii)/Arxiu RMiB

Cogemos un autobús que siguiendo una pista pedregosa nos acerca al embarcadero sur. Hay un pequeño pantalán que se aboca a un estrecho canal que nos separa de la isla de Santa Cruz. Maravillado observo en medio del canal un enorme grupo de piquero patas azules, Blue-footed Boody (Sula nebouxii) que se lanzan en picado al mar, emergen con rapidez, vuelven a levantar el vuelo unos pocos metros y pican otra vez. Sin duda debe haber un buen banco de cardumen en la zona. 


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Rabihorcado magnífico de las Galápagos (Fregata magnificens magnificens)/Arxiu RMiB 


Isla de Santa Cruz, 8 de junio de 2022

Casi sin enterarme desembarcamos en Santa Cruz, aquí centran mi atención los rabihorcados magníficos de las Galápagos, Magnificent Frigatebird (Fregata magnificens magnificens) que planean buscando algún despojo. Posado en una boya descubro un espectacular pelícano pardo de Galápagos, Brown Pelican (Pelecanus occidentalis urinator). Entre los piqueros que pican incansablemente, revolotea un grupo de tiñosa Boba, Brown Noddy (Anous stolidus) en pos de los despojos.


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Tiñosa Boba (Anous stolidus)/Arxiu RMiB

No disponemos de más tiempo y además no conviene perder de vista el equipaje, aunque en estas islas amables dudo que haya ningún tipo de delincuencia. Subimos a un taxi y salimos por una carretera rectilínea que se dirige al sur. La estrecha vía sin arcén corta un espeso bosque seco dominado por cactus opuntias y arbustos espinosos. Al llegar a la cumbre que ronda los 800 metros de altitud la vegetación cambia de súbito. En la vertiente sur crece un espeso bosque húmedo de scalesias que están completamente cubiertas de líquenes filamentosos. Cuando la carretera empieza el descenso el bosque se abre con pastizales y aparecen algunas granjas, hay dehesas verdes salpicadas de árboles de gran porte. Destacan árboles como los guayabillos (Psidium galapageium) y los grandes ejemplares de palo santo (Bursera graveolens).


Iguana marina (Amblyrhynchus cristatus)/Arxiu RMiB

Llegamos a Puerto Ayora a la hora de la comida y nada más acabar nos dirigimos al embarcadero. Empujamos las maletas por las pasarelas intentando no pisar a los lobos marinos de Galápagos (Zalophus wollebaeki), descansan en medio del pantalán, en las escaleras que salen del mar, incluso se acuestan  encima de los bancos. Hay una hembra que está recostada dormitando encima de un banco de madera mientras amamanta a su cachorro crecido, al que abraza con delicadeza. En el suelo, unos metros más adelante hay dos crías pequeñas solas, deben haber nacido hace un par de meses y esperan la llegada de sus madres para abalanzarse sobre sus pezones.

Entre las rocas se solean pequeñas iguanas marinas (Amblyrhynchus cristatus) que descansan al lado de unos cangrejos grandes y coloridos, son las zapayas (Grapsus grapsus).


Zapaya (Grapsus grapsus)/Arxiu RMiB


Subimos a una pequeña barca taxi que, a cambio de un dólar, nos acerca a la potente motora que nos ha de llevar a la isla Isabela. En el agua trasparente y poco profunda se distingue una raya látigo diamante, Diamond Stingray (Dasyatis dipterura).

Nos queda una travesía de dos horas y media, en un mar abierto que está picado con olas de entre uno y dos metros. Vamos en una potente motora que no baja de los 25 nudos de velocidad, por lo que salta por encima de las olas más grandes y al caer golpea con violencia su casco contra el mar. El patrón no tiene ningún miramiento con la integridad del casco de fibra, debe cumplir horarios y llegar cuanto antes. Me cuenta un vecino de Isabela que no suelen aguantar más cinco de años. Los empellones más violentos alzan una lluvia de espuma que moja a los que estamos sentados en popa, pero un marinero nos facilita impermeables. Me sorprende que no se maree nadie.


Pardela de Galápagos (Puffinus subalaris)/Arxiu RMiB


A pesar del violento movimiento de la embarcación puedo identificar un enorme albatros de Galápagos, Waved Albatross (Phoebastria irrorata), pardela de Galápagos, Galapagos Sheawater (Puffinus subalaris) y piquero nazca, Nazca Boody (Sula granti).


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Playa Grande, Puerto Villamil/Arxiu RMiB

Puerto Villamil, Isla Isabela, 8 de junio de 2022

Arribamos al pequeño Puerto Villamil a las cuatro de la tarde. En esta localidad viven 2.200 habitantes y en toda la isla no llegan a los tres mil. Desembarcamos y tras pasar el estricto control de los precintos biológicos de las maletas, un taxi nos acerca al sencillo y coqueto hotel Albermarle. Desde su puerta solo hay que cruzar un carril arenoso para llegar a la espectacular Playa Grande. Enseguida se pone el sol llenando de un rojo anaranjado el infinito océano Pacífico. Ha sido una jornada intensa y hay que reponer fuerzas para poder madrugar al día siguiente, pero todavía hay luz para un paseo productivo por la playa.


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Gaviotas de lava (Leucophaeus fuliginosus)/Arxiu RMiB


Puerto Villamil, Isla Isabela, 9 de junio de 2022

Al amanecer recorro Playa Grande, siguiendo 3 km dirección oeste hasta la playita, lo que me permite descubrir muchas aves marinas y limícolas. A destacar las oscuras y elegantes gaviotas de Lava, Grey Gull (Leucophaeus fuliginosus) o las miméticas garcillas de lava, Lava Heron (Butorides sundevalli) que también son negras para camuflarse y poder pescar entre los bajíos de negra lava.




Lo que más me impresionante es observar cómo se asocian para pescar los pelícanos pardos de Galápagos, los piqueros de patas azules y los lobos marinos de Galápagos y alrededor se concentran las tiñosas bobas para recoger los restos del festín.

 

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Macho de pinzón de Darwin de cactus (Geospiza scandens)/Arxiu RMiB


Después del desayuno en compañía de mis amigos y un guía visitamos la Poza las Salinas donde añadimos más especies de aves acuáticas y varios ejemplares de pinzón de Darwin de cactus, Common Cactus-finch (Geospiza scandens). El guía se sorprendió cuando encontramos un macho con una espina en el pico, algo que solo hace el pinzón carpintero.


Juvenil de cigüeñuela cuellinegra (Himantopus mexicanus)/Arxiu RMiB


Caminando sobre pasarelas de madera que salvan las pequeñas lagunas rodeadas de manglares, observamos flamenco de Galápagos, American Flamingo (Phoenicopterus ruber), gallineta americana del Pacífico, Common Gallinule (Gallinula galeata cachinnans) y cigüeñuela cuellinegra, Black-necked Stilt (Himantopus mexicanus).


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Cópula de tortuga gigante de sierra Negra (Chelonoidis guntheri) en cautividad/Arxiu RMiB


No tardamos en llegar al Centro de Crianza Tortugas Gigantes Arnaldo Tupiza Chamaidan. Allí reproducen en cautividad tortugas gigantes de sierra Negra (Chelonoidis guntheri) y de cerro Azul (Chelonoidis vicina) en 2021 consiguieron la eclosión de 280 crías, ambas especies son autóctonas de Isabela.

Seguimos al guía hasta el sendero del Muro de las Lágrimas, serpentea entre mangles rojos (Rhizofora mangle) y negros (Avicennia germinans) que rodean unas pequeñas lagunas salobres. En las zonas alejadas de los esteros crece una peculiar selva formada por cactus arbóreos, son las tunas (Opuntia galapageia), además hay arrayancillos (Maytenus octogona) y manzanillos (Hippomane mancinella). 


Pinzón de Darwin terrestre grande (Geospiza magnirostris)/Arxiu RMiB


Entre sus ramas seguimos sumando aves como el pinzón de Darwin terrestre grande, Large Ground-finch (Geospiza magnirostris) o el sinsonte de Galápagos, Galapagos Mockingbird (Mimus parvulus).


Tortuga Gigante de sierra Negra (Chelonoidis guntheri)/Arxiu RMiB

Completamos el paseo encontrando una tortuga Gigante de Cerro Azul (Chelonoidis vicinia) que se acababa de dar un refrescante baño de barro. En los puntos en los que el sendero se acerca a la costa rocosa descansan ajenos a nuestra proximidad piqueros de patas azules, lobos marinos e iguanas marinas ¡En Galápagos los animales no tienen miedo del hombre!

 

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Pingüinos de Galápagos (Spheniscus mendiculus)Arxiu RMiB

Por la tarde nos embarcamos para ir al islote de Tintoreras y su laberíntico arrecife que protegen a puerto Villamil del mar abierto. Además del omnipresente piquero de patas azules, descubrimos los primeros pingüinos de Galápagos, Galapagos Penguin (Spheniscus mendiculus). Acaban de llegar con la entrada de las corrientes frías, pronto empezarán la temporada de cría. 


Paiño de Elliot (Oceanites gracilis)Arxiu RMiB

En la bahía mariposean y caminan sobre el agua dos paiño de Elliot, Elliot's Strom-Petrel (Oceanites gracilis) mientras en el cielo patrulla un grupo de rabihorcado magnífico, no necesitan mover sus alas aerodinámicas para desplazarse, la brisa las impulsa. 


Garza azulada (Ardea herodias)Arxiu RMiB

Desembarcamos para recorrer un sendero en el islote mayor de Tintoreras, aparte de lobos marinos destaca la presencia de ejemplares de lagartija de Lava de Isabela (Microlophus albemarlensis), una preciosa garceta grande, Great Egret (Ardea alba) y una garza azulada, Great Blue Heron (Ardea herodias).


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Tintoreras de arrecife de punta blanca (Triaenodon obesus)Arxiu RMiB

Acabado el paseo nos ponemos el fino neopreno de verano, gafas, tubo y aletas para hacer una sesión de buceo en uno de los corredores de mar que cortan en dos las negras rocas de lava. Estos largos y estrechos callejones no tienen más de un metro y medio de profundidad por menos de dos de ancho. Allí descansan agrupados una veintena larga de tintoreras de arrecife de punta blanca (Triaenodon obesus). Estos son unos pequeños tiburones de arrecife que no pasan de los 1,6 metros de longitud, destaca su rechoncha cabeza y la punta blanca de su aleta dorsal. De día descansan en lugares resguardados y por eso se concentran en estos pasadizos. Lo sorprendente es que dos lobos marinos jóvenes juguetean con ellos, nadan con rapidez a su alrededor, los rozan sin más explicación que querer molestarlos. Los escualos los ignoran estoicos, además han de soportar los alucinados buceadores que pasamos por encima de ellos, tan cerca que casi podríamos tocarlos. 


Pez globo espinoso (Diodon holocanthus)Arxiu RMiB

En el regreso hasta la embarcación encuentro en el fondo arenoso una raya águila manchada (Aetobatus narinari), una estrella de Mar Chocolate (Nidorellia armata), varios pez globo espinoso (Diodon holocanthus), todo mientras dos tortugas verdes de Galápagos (Chelonia mydas agassisi) se alimentan dentro de la bahía.


Estrella de Mar Chocolate (Nidorellia armata)Arxiu RMiB 


Puerto Villamil, Isla Isabela, 10 de junio de 2022            

Por la mañana vuelvo a pajarear en Playa Grande. Añado un sinsonte de Galápagos, Galapagos Mockingbird (Mimus parvulus) que se deja ver en lo alto de una rama. Sin duda este lugar es un punto caliente de biodiversidad.  


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Piqueros Nazca (Sula granti)Arxiu RMiB

Después del desayuno nos embarcamos para ir los Túneles de Cabo Rosa, en la costa sur al oeste de Puerto Villamil. Tras una hora de navegación tranquila llegamos a Roca Unión, es un pequeño farallón que emerge aislado en medio del mar, en lo alto descansa un grupo de piquero nazca y en las proximidades descubro un rabijunco etéreo, Red-billed Tropicbird (Phaethon aethereus).


Paiño de Galápagos (Hydrobates tethys tethys)Arxiu RMiB


En el mar revolotean varios ejemplares de paiño de Galápagos, Wedge-rumped Strom-petrel (Hydrobates tethys tethys) y paiño de Madeira, Band-rumped Strom-petrel (Oceanodroma castro).


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Lobos peleteros de Galápagos (Arctocephalus galapogoensis)Arxiu RMiB

Después de darle una vuelta nos dirigimos a la costa, al manglar del Finado. En los primeros escollos descansan algunos pingüinos y dos lobos peleteros de Galápagos, Galápagos fur seal (Arctocephalus galapogoensis).


Vídeo de Gerardo Aísa en el manglar del Finado


Desembarcamos para recorrer un pequeño sendero por el islote que serpentea entre nidos de piquero de patas azules que nos ignoran mientras realizan sus bailes rituales, otros dormitan recostados sobre sus puestas junto a las opuntias.


Manglar del Finado y opuntia arbórea monumentalArxiu RMiB


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Tiburón de punta negra (Carcharhinus limbatus)Arxiu RMiB

Nos volvemos a embarcar para dirigirnos a una laguna resguardada en el interior del arrecife, allí buceamos en el manglar. Puedo identificar sargos como Archosargus pourtalesii, tres perciformes como  Stegastes arcifrons, Abudefduf troschelii y Holacanthus passer. Lo más espectacular es encontrar varios juveniles y un enorme adulto de tiburón de punta negra (Carcharhinus limbatus).


Mantarraya gigante (Mobula birostris)Arxiu RMiB 

De regreso a puerto sorprendemos una mantarraya gigante, Giant oceanic Manta Ray (Mobula birostris), solo saca del agua de sus aletas. En pocas horas abandonaremos Isabela y fantaseo pensando que se está despidiendo de nosotros, ruego que se deje ver mejor pero no tenemos más contactos con esta especie. 


Sinsonte de Galápagos (Mimus parvulus)Arxiu RMiB

Después de comer nos espera la larga travesía de retorno a Santa Cruz. Por suerte hoy el mar está muy tranquilo, paradójicamente apenas encontramos aves en el trayecto.


Manglar del FinadoArxiu RMiB

Texto y fotos de Rafa Muñoz/Arxiu RMiB. Otros autores especificados en el pie Foto.