Lobos Marinos de Galápagos

 

Lobos marinos de Galápagos. Arxiu RMiB

En el archipiélago viven dos especies de mamíferos otáridos y ambas son endémicas, son el lobo marino de Galápagos y el lobo peletero.

 

LOBO MARINO DE GALÁPAGOS

El lobo marino de Galápagos (Zalophus wollebaeki) tiene sus principales colonias en las islas orientales, San Cristóbal y la Española. Esta especie presenta un marcado dimorfismo sexual, los machos son más grandes y alcanzan los 270 cm de longitud y los 250 kg mientras que las hembras llegan a los 170 cm y 100 kg de peso.


Lobo marino de Galápagos. Arxiu RMiB


Algunos taxónomos la consideraron al lobo marino como una subespecie del león marino de California (Zalophus californianus), pero estudios genético-moleculares del Instituto de Genética de la Universidad de Colonia (Wolf et al. 2007) demostraron que ambas especies se habrían separado hace 2,3 millones de años.

Se distribuye por todo el archipiélago de las Galápagos, aunque se han llegado a detectar ejemplares divagantes cerca de las costas continentales de Ecuador, en la isla del Coco, a 500 km de distancia de Costa Rica (Halpin et al., 2009) o en las islas del Pacífico panameño.

En 1986 se creó una pequeña colonia de cría en la isla de la Plata que pertenece al Parque Nacional Machalilla, en la provincia ecuatoriana de Manabí y continúa activa (Aurioles y Trillmich, 2008).


Lobos marinos de Galápagos. Arxiu RMiB

 

COSTUMBRES

Viven entre 15 y 24 años (Aurioles y Trillmich, 2008). Forman grupos laxos compuestos por hasta 30 individuos en los que hay un macho dominante (Wolf et al., 2005; "Galápagos Sea Lion", 2006). Este se rodea de un harén de hembras adultas acompañadas de sus crías. No es infrecuente que algunos ejemplares se marchen y cambien de colonia.

Los machos son territoriales y no toleran la presencia de otros competidores adultos. Patrullan las aguas circundantes para captar hembras visitantes aunque pasan la mayor parte de su vigilia nupcial en la orilla de la colonia, entre 10 días y 3 meses, hasta que cubren a todas las hembras.

Si algún contrincante osa acercarse emiten ladridos intimidatorios para expulsarlo (Orr, 1967). Los solteros viven desterrados de las colonias de cría formando pequeños grupos en espera de crecer lo suficiente para poder conquistar su propio harén (Orr, 1967; Wolf et al., 2005).


Lobo marino de Galápagos. Arxiu RMiB


Durante la noche duermen en la parte alta de playas o rocas (Barlow, 1974; Orr, 1967; Wolf, et al., 2005) aunque no desprecian hacerlo en pantalanes o en los paseos marítimos, como el de Puerto Vaquerizo Moreno (San Cristóbal).

Al amanecer se internan agrupados al mar para cazar, no se suelen alejarse más de 16 km de las colonias (Barlow, 1974). Su dieta es variada la componen peces bentónicos como los serranos, sardinas o lubinas (Paralabrax sp.) y pelágicos como el perciforme Selar crumenophthalmus, óseos como los (Osteichthyes sp.), arenques del Pacífico (Clupea pallasii) o mictófidos como peces linterna (Myctophidae ssp.) que puede complementar con moluscos (Dellinger y Trillmich, 1999).


Lobo marino de Galápagos en isla Santiago. Arxiu RMiB


Para capturar sus presas pueden sumergirse hasta los 40 m de profundidad, aunque la mayor parte la obtienen en aguas superficiales. Suelen asociarse a grupos de piqueros y pelícanos para atacar los bancos de peces. En dos o tres horas consiguen todo el alimento necesario y regresan a las playas para descansar o hacer vida social (Orr, 1967).


Hembra y cría de lobo marino. Arxiu RMiB


Son animales muy lúdicos, dentro del agua se acercan con curiosidad al buceador hasta casi rozarlo y después dan vueltas juguetonas alrededor. En isla Santiago observé como salía del mar una hembra joven, se dejaba empujar por el oleaje, subía rodando la pendiente de la playa y quedaba totalmente rebozada de arena, quizás para rascarse o secarse. Una vez se retiraba la ola volvía a caer al mar mientras no dejaba de emitir gruñidos de placer. Cuando volvía la ola se repetía todo el proceso.


Colonia de cría de lobo marino de Galápagos en playa Punta Carola, San Cristóbal. Arxiu RMiB



 REPRODUCCIÓN


Lobo marino de Galápagos macho, custodiando colonia de cría en San Cristóbal. Arxiu RMiB


Ambos sexos alcanzan la madurez sexual a los 4 o 5 años (Aurioles y Trillmich, 2008). En época de reproducción, que va de mayo hasta enero del año siguiente, los machos “búfalo” acompañados de su harén se instalan en zonas costeras donde se producen los partos. Tienen una sola cría que pesa alrededor de 6 kg al nacer. Durante la primera semana de vida las madres no se separan de los neonatos, ambos aprenden a reconocerse mutuamente por la voz y el olor (Halpin et al., 2009), esto es básico para que puedan encontrarse dentro de una nutrida colonia. Cuando las crías alcanzan la segunda o tercera semana de vida las hembras entran en celo y se aparean, la gestación durará entre 342 y 365 días.


Cachorro de lobo marino esperando el regreso de su madre en la playa. Arxiu RMiB


Los primeros meses las madres solo dedican cortos periodos para alimentarse, regresan rápidamente para  amantar a sus retoños. Las crías aprenden a nadar muy temprano, en la primera o segunda semana de vida ya se introducen en piscinas naturales, como una que hay en Puerto Vaquerizo Moreno (San Cristóbal) o en calas resguardadas.


Cría pequeña de lobo marino en una piscina natural en Puerto Vaquerizo Moreno. Arxiu RMiB


Destetan a las crías pasados 11 o 12 meses, pero algunas llegan a amamantar a la vez a la cría de un año de edad y a la recién nacida, ya que los jóvenes siguen tutelados por sus madres hasta los dos o tres años de edad.


Hembra amamantando a un joven de un año en banco de Puerto Vaquerizo Moreno. Arxiu RMiB


Son animales muy descarados y curiosos que no tienen miedo del hombre. En Puerto Vaquerizo Moreno, San Cristóbal, algunas de las crías pequeñas descansan y se amamantan en los pantalanes, a lado mismo de las filas de pasajeros que hacen cola esperando para tomar un bote. Todas las playas cercanas a la población tienen su propia colonia de cría.


Hembra amamantando en San Crsitóbal


 PROBLEMÁTICA

Se estima que su población está cercana a los 50.000 ejemplares, pero puede fluctuar mucho según años. En los periodos de influencia climática de El Niño se bloquea la llegada de las corrientes frías que llevan aparejada la abundancia de alimentos. Entonces se producen hambrunas que provocan la muerte de buena parte de las crías del año y de los adultos más débiles. La situación se ha agravado algunos años al sumarse un brote de Poxviridae. Está incluido en la Categoría En Peligro de la Lista Roja de la UICN.


Lobo marino de Galápagos. Arxiu RMiB


En el mar sus únicos depredadores son los tiburones de las Islas Galápagos (Carcharhinus galapagensis) y las ocasionales orcas que se puedan acercar a estos mares. Los perros cimarrones pueden capturar algunas crías (Fariña, et al., 2003; Orr, 1967).


Lobos peleteros en Isabela, foto de Gerardo Aisa


LOBO PELETERO

El lobo peletero o lobo fino de Galápagos (Arctocephalus galapagoensis) macho llega hasta los 1,6 m de longitud y alcanza los 68 kg de peso. Tienen un dimorfismo sexual poco acusado, las hembras miden hasta los 1,3 m y un peso máximo de 34 kg. Es la especie de león marino más pequeña y tímida.

 

COSTUMBRES

Se alimenta principalmente de cefalópodos como el calamar gigante (Dosidicus gigas) o el calamar volador de neón (Ommastrephes bartramii), complementa su dieta con peces que se agrupan en cardúmenes como las sardinas peruanas (Sardinops sagax) (Páez-Rosas et al., 2014). Cazan durante la noche, suelen sumergirse hasta los 50 m de profundidad, aunque se ha comprobado que una hembra adulta bajó hasta los 169 m y permaneció bajo el agua 6,5 minutos.

Viven hasta los 20 años en costas rocosas o en playas, no les gusta tomar el sol y buscan lugares a la sombra, debajo de salientes rocosos o cuevas. Forman colonias de cría pequeñas de poco más de una decena de individuos en zonas resguardadas, principalmente en las islas occidentales, Isabela y Fernandina, aunque hay colonias de cría en 15 islas del archipiélago (Trillmich, 1979; Páez-Rosas et al. 2012). Es de costumbres más retraídas y difícil de observar que los lobos marinos de Galápagos.

 

Lobo peletero. Arxiu RMiB

REPRODUCCIÓN

Su temporada de reproducción se prolonga entre los meses de agosto y noviembre. Los machos a partir de los siete años de edad seleccionan zonas resguardadas de un máximo de 200 metros que defienden de otros competidores y a las que atraen a su harén. Para lograrlo deben dejar de alimentarse entre cuatro y seis semanas. Tras cubrir a la última hembra de su clan abandonan la colonia alimentarse y recuperar las fuerzas. A pesar de la intensa vigilancia de los propietarios del harén, algunos machos furtivos consiguen burlar la vigilancia, entran a la colonia y cubren alguna hembra.

Las hembras alcanzan la madurez sexual a los tres años de vida y no se alejan de sus colonias. Gestan durante un año entero, una semana después del parto las hembras copulan. Alumbran un sola cría que pesa de 3,4 a 3,8 kg, a la que alimentan con leche. No se separan de sus hijos durante la primera semana de vida.

Las crías dependen de su madre un año entero, aunque cuando los jóvenes son machos suelen permanecer con sus madres hasta los tres años de vida. Esto implica que hasta un 23% de los neonatos deben compartir la leche de sus madres con un hermano mayor y en años de escasez llega a provocar que el 80% de pequeños con hermanos mayores mueran en mes porque son los últimos en acceder a los pezones y mamar. Se ha comprobado que un 75% de las madres se vuelven agresivas con los hermanos mayores que acosan a las crías para acaparar la leche.

 

Lobos peleteros en Isabela. Arxiu RMiB

PROBLEMÁTICA

Durante el siglo XIX A. galapagoensis estuvo al borde de la extinción debido a la intensa cacería para obtener las pieles (Trillmich 1987). Según registros de pesquerías entre 1816 y 1933 se mataron 22.500 ejemplares. Ecuador dictó la creación del Parque Nacional y a partir de 1959 empezaron a recuperarse sus poblaciones.

Un censo realizado entre 1977 y 1978 estimó había entre 30.000 a 40.000 individuos, pero en el siguiente conteo realizado en 2001 sólo detectaron entre 6.000 y 8.000 ejemplares, esto implicaba una reducción del 80-85% (Alava y Salazar, 2006).

Sus únicos enemigos naturales son los perros salvajes que matan a las crías, aunque han sido exterminados de Isabela, o los grandes tiburones y orcas que pueden cazar adultos en aguas abiertas, aunque no suelen frecuentar estos mares.

Se cree que la principal causa de su descenso es el fenómeno meteorológico de El Niño, bloquea la entrada de corrientes de agua fría y del alimento que arrastran s (Hoffman et al., 2016). El Niño que afectó en la temporada de 1982-1983 provocó la muerte de casi todas las crías de ese año y un 30% de la población adulta. La dramática reducción de la disponibilidad de alimento provocada por El Niño de 2004-2005 provocó que algunos ejemplares se desplazaran hasta las costas continentales de Ecuador, donde incluso hubo dos partos (Felix. F et al. 2007).

Un análisis del ADN mitocondrial de 80 muestras de piel de cachorros recién nacidos de A. galapagoensis, capturados en ocho colonias de 4 islas del archipiélago de Galápagos: Isabela, Fernandina, Santiago y Pinta demuestra que los individuos de las localidades muestreadas comparten un total de diez haplotipos. Esto implica una baja variedad genética provocada por un posible evento de cuello de botella, aunque parece que en la actualidad sus poblaciones están en un proceso diversificación genética (Martínez León, D. 2017).

Esta especie está categorizada como en peligro de extinción por la IUCN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza), encuadrada en la categoría A2ab a causa de la reducción dramática del tamaño de la población (≥ 50%) durante los últimos 50 años o en cinco generaciones consecutivas.

 

Hábitat del lobo peletero en Isabela. Arxiu RMiB

Referencias y Bibliografía:

https://bioweb.bio/faunaweb/mammaliaweb/FichaEspecie/

Wolf, J., Tautz, D., Trillmich, F. (2007). “Galápagos and Californian sea lions are separate species: Genetic analysis of the genus Zalophus and its implications for conservation management”. Front Zool. 2007 Sep 15;4:20. doi: 10.1186/1742-9994-4-20.

 

Texto y fotos de Rafa Muñoz/Arxiu RMiB. Otros autores especificados en el pie de foto.