TÉCNICA DE PESCA DE ALCATRACES, PARDELAS Y GAVIOTAS DESDE TARRAGONA.

Tarragona 21 de febrero de 2015

Gaviotas reidora, cabecinegra y una patiamarilla inmadura que es la que ha conseguido el bocado

El sábado repetí con la magnífica salida para observar aves marinas que organizan los compañeros del GEPEC desde el puerto de Tarragona. Consiguen fletar por un precio muy  asequible un barco del tipo golondrina que une a la estabilidad amplitud para ofrecer muchas de plazas con total comodidad y buena visibilidad a un montón de observadores de aves, esa misma mañana nos embarcamos un buen puñado de valencianos. A las nueve de la mañana zarpamos con un mar liso como un plato el único pero fue la mortecina luz que dejaba pasar un cielo cubierto de nubes lo que hizo difícil obtener fotos decentes.

Dos gaviota patiamarilla inmaduros, "los chicos malos" del bando.

Para atraer a las aves primero las van cebando tirando pedazos de pan duro que consiguen atraer la atención de las gaviotas del interior del puerto que siempre están hambrientas y persiguen de cerca la embarcación, gracias a su número avisan a las especies pelágicas que patrullan el mar abierto en busca de comida. Las más numerosas son las gaviotas reidoras (Chroicocephalus ridibundus), les siguen por número las gaviotas patiamarilla (Larus michahellis) de todas las edades, las fotogénicas gaviotas cabecinegra (Larus melanocephalus) y las invernantes gaviota sombría (Larus fuscus).

Alcatraz planeando en busca activa de alimento

Las gaviotas con su grácil vuelo batido siguen el barco sin aparente esfuerzo, solo están concentradas en pelear los trozos de pan flotante. La posibilidad de poder conseguir un mísero trozo de pan es bastante azarosa, depende de su proximidad al chusco cuando llega al agua, luego influirá el tamaño del pedazo y la habilidad que tengan para ser las primeras en cogerlo con el pico, o en quitárselo a otra vecina más pequeña, además necesitarán potencia y rapidez para poder en escapar del resto de gaviotas que no dudaran en acosarla para que lo deje caer y entonces vuelta a empezar la pugna. Todo este espectáculo está envuelto por el griterío de sus típicas risas, por remojones y persecuciones. Es una guerra que aparentan ganar los individuos que tienen más hambre, eso las hace más audaces y agresivas en la pugna con el resto.

Gaviota de audouín sin ganas de entrar en peleas con los demás.

Se acercaron varios cormoranes (Phalacrocorax carbo) pero no pueden competir ya que tienen un vuelo más lento, son más pesados y menos ágiles, esta no es su guerra, a diferencia de las gaviotas ellos pueden bucear en aguas someras y consiguen pescar tras una corta persecución, esa mañana enseguida abandonaron la estela del barco. Una vez salimos del puerto pudimos ver alguna gaviota de audouín (Ichthyaetus audouinii) pero aparentan ser menos agresivas y no entraron en la pugna con el resto o no debe gustarles mucho el pan duro.


Pardela balear esperando una oportunidad para llegar al cebo.

Una vez en mar abierto Albert Cama y su compañero Roberto cambiaron el tipo de cebo, empezaron a lanzar pequeños peces de uno en uno que no tardaban en hundirse, fue entonces cuando se añadieron dos nuevas especies, la pardela balear (Puffinus mauretanicus) y el alcatraz (Morus bassanus). Como nos seguía la cohorte de gaviotas  la posibilidad de éxito de las pardelas radicaba en acceder a los peces que se hundían y quedaban fuera del alcance de las gaviotas que no pueden bucear. Llegaban con su aerodinámico planeo y a diferencia del alcatraz se sumergían con un torpe chapuzón, luego unos cortos aleteos bajo el agua les permitían alcanzar algún pedazo de cebo, pero pocos ejemplares se acercaron.

Sin duda los reyes dominantes eran los alcatraces (Morus bassanus), para ello cuentan con poderosas razones evolutivas, tienen mayor tamaño, una forma aerodinámica que les permiten un vuelo que alterna los planeos con cortos pero poderosos golpes de ala, cuando algo llama su atención hacen un
breve cernido, se quedan inmóviles y una vez localizado el objetivo se dejan caer en picado. Entran en el agua como una flecha y logran bajar muchos metros para recoger los pequeños peces que ya están fuera del alcance de las gaviotas.


Alcatraz cuando encuentra un objetivo y realiza un breve cernido para fijar objetivo.
Graznido de aviso, justo antes de dejarse caer en picado


Para evitar los accidentes que podría provocar un choque con otras aves, antes de dejarse caer emiten dos cortos graznidos de aviso, pliegan las alas y pican, con las alas semiplegadas dirigen la caída, justo antes de entrar en el agua las estiran totalmente hacía atrás para zambullirse ofreciendo la mínima resistencia al agua, se convierten en una flecha.


Inmaduro de alcatraz a mitad caída, con alas flexionas guiando el picado.
Justo antes de entrar en el agua con las alas casi totalmente retrasadas para obtener la mínima resistencia en la superficie
Alcatraz adulto recién emergido se prepara para tragar el bocado desde la cabeza, a favor de escama.

Las gaviotas resignadas abren paso, se apartan del proyectil-alcatraz que les pide paso con un picado espectacular. Otra cosa que me llamó la atención fue el momento en el que los alcatraces emergen, salen de golpe como cuando un corcho vuelve a la superficie y salta del agua. Después posados en reposo en la superficie tragaban la presa y volvían a levantar vuelo con un corto correteo a modo de impulso, enseguida volvían a intentar ganar posición en la vertical sobre la que caían los pequeños peces para repetir el intento de pesca.

La rara en estas aguas, una gaviota cana.
Una gaviota cana (Larus canus) poco habitual en el Mediterráneo, fue la única especie que durante unos minutos robó el protagonismo a los alcatraces. Esa mañana faltaron otras especies más escasas que buscamos los ornitólogos, los págalos, alcas, y algún frailecillo pero no me importó, me permitió concentrarme en la belleza y las técnicas de los alcatraces, era todo un placer el poder observarlos a muy pocos metros de distancia.

Las elegantes gaviotas cabecinegras.

De regreso pasamos por Deltebre intentando observar la mega-rareza que se está viendo este invierno, por primera vez en España hay un alcaudón pardo (Lanius cristatus), no tuvimos suerte. No me importó, ese día en mi cabeza solo había sitio para los picados de alcatraz. Estas salidas son muy recomendables para ornitólogos, fotógrafos o simples amantes de la naturaleza, sin duda una de las experiencias que no debes perderte, si quieres probarlo consulta la web de GEPEC pinchando aquí y reserva rápido que las plazas se agotan enseguida. Gràcies Albert Cama, com sempre!


La "tropa" valenciana

Texto y fotos de Rafa Muñoz, tomadas el mismo 21/02/2015.





1 comentari:

Virgi ha dit...

Genial la crónica, como siempre, Rafa!! Lástima no haberne enterado de la "expedición valenciana" .

A la próxima espero estar más atento.