Galápagos, Santa Cruz e islas centrales. II

 

Pináculo volcánico en isla Bartolomé, al fondo isla Santiago, Galápagos/Arxiu RMiB


UNA VEGETACIÓN EXCLUSIVA Y ADAPTADA

En las Galápagos se han identificado 560 especies vegetales autóctonos y 700 introducidas por las diferentes actividades antrópicas, contando plantas vasculares, briofitas y algas.

La vegetación depende de la luz y de la humedad, como en estas islas la intensidad y frecuencia de las precipitaciones varía en función de la altitud, así como de la orientación frente los vientos dominantes. La variación de estos parámetros determina la composición y estructura de las comunidades vegetales del archipiélago.


Mangle rojo (Rhizofora mangle)/Arxiu RMiB


En función de la vegetación existen cuatro zonas claramente definidas. La zona costera es la más seca, está condicionada por la proporción de salinidad al estar próxima al mar. Aquí dominan los manglares: el mangle rojo (Rhizofora mangle) que puede alcanzar hasta los 10 metros de alto es el único que puede hundir sus tallos directamente en el mar. El mangle blanco (Laguncularia racemosa) es el más esbelto y puede alcanzar los 20 metros de altura, crece en las orillas pero sobre el suelo. El mangle negro (Avicennia germinans) crece por encima de la pleamar porque es el menos tolerante a la salinidad mientras que el mangle botón (Conocarpus erectus) suele presentarse como un arbusto aislado que produce flores redondas, aunque puede alcanzar portes de hasta los seis metros. Su madera es muy apreciada al ser muy resistente, en las islas la utilizan para hacer vigas. 


Cactus candelabro y bosque seco en isla Isabela/Arxiu RMiB


Otros árboles y arbustos que prosperan en la costa son el arrayancillo (Maytenus octogona) que se asemeja a nuestra coscoja o el manzanillo (Hippomane mancinella) una euphorbia con frutos similares a una pequeña manzana que son muy venosos, además hay otras suculentas de pequeño porte.


Vegetación zona seca en San Cristóbal, en el centro cactus candelabro/Arxiu RMiB



La zona seca se ubica entre la finalización de la zona costera y los primeros 100 metros de altitud, aquí prosperan las plantas xerofíticas y los arbustos espinosos. Destaca una cactácea endémica de porte arbóreo, la tuna (Opuntia galapageia), que puede alcanzar hasta los 12 metros de altura. Otra cactácea crece como columnas erguidas de hasta 5 m, es otro autóctono, el cactus candelabro (Jasminocereus thouarsii), también crecen arbustos como el espino blanco (Scutia pauciflora). 


Palo santo (Brusera graveolens)/Arxiu RMiB

Entre los árboles de mayor porte está el palo santo (Bursera graveolens). Su madera aromática la utilizan los chamanes para sus ceremonias, afirman que su humo tiene propiedades espirituales. 


Tuna (Opuntia galapageia) y manglares de isla Isabela/Arxiu RMiB


Sorprende encontrar al familiar nopal (Opuntia ficus-indica) o higuera de pala, esta chumbera que acumula agua en sus palas, además concentra azúcares en los frutos (higo chumbo) y en las flores amarillentas, esto lo convierte en un recurso indispensable para muchos animales. Es originaria de México y fue introducida en Galápagos, buena parte de América y Europa, por lo que se ha extendido por la mayor parte de las zonas semiáridas de todo el planeta. 


Pinzón de Cactus en un nopal (Opuntia ficus-indica)/Arxiu RMiB


La zona de transición se sitúa entre los 100 y 180 metros de altitud, en ella domina la vegetación xerofítica y mesófila de clima húmedo o árido, según la pluviosidad. Crecen acacias espinosas llamadas algarrobos (Acacia insulae-iacobi), también se presenta el palo santo (Bursera graveolens), abunda el cactus arbóreo endémico Jasminocereus thouarsii, arbustos espinosos como la uña de gato (Zanthoxylum fagara) o la rodilla de caballo (Clerodendrum molle) que es muy utilizada para hacer cerramientos verdes, además  de helechos (Elaphoglossum firmum) de hojas alargadas y anchas de un verde intenso además de otras plantas epífitas.


Transición de la vegetación en la cara norte de Santa Cruz, la vertiente seca/Arxiu RMiB

Entre los 180 a los 400 msnm se encuentra la zona húmeda donde crecen plantas epífitas, helechos o lianas. En la vertiente con menos lluvia crece el endémico y en peligro de extinción, lechoso (Scalesia affinis). En las zonas más húmedas destaca otro lechoso la Scalesia pedunculata que ha disminuido drásticamente en Santa Cruz. La superficie que ocupaba se ha reducido al 1% de su distribución original, debido a las actividades agrícolas y a la invasión de plantas y animales alóctonos. Su área de distribución se reduce a Los Gemelos, donde mantiene 100 hectáreas. Esta especie crece con rapidez, sus pies están muy juntos con lo que evitando la presencia de otras especies. Alcanzan hasta los 15 o 20 metros de altura y llegan a la madurez en unos pocos años. Mueren casi al mismo tiempo dando paso una nueva generación de plántulas vuelven a crecer apretadas en el mismo lugar. Las comunidades locales tradicionalmente han aprovechado estas zonas para cultivar huertos de  café (Coffea arábica) o plataneros (Musa ssp.) o para abrir pastizales al ganado. Además destaca el guayabillo (Psidium galapageium), son árboles de porte medio que se llenan de musgos colgantes, forman unos muy característicos bosques misteriosos. 

El piso superior se sitúa por encima de los 400, desaparecen las scalesias que dan paso arbustos endémicos como los cacaotillos (Miconia robinsoniana), una angiosperma que en época seca tiñe sus hojas de un llamativo tono rojizo, helechos arbóreos Cyathea weatherbyana o diversas orquídeas. A partir de los 550 msnm la vegetación se enrarece y solo prosperan gramíneas como el Paspalum pinicillatum, Paspalum longepedunculatum, Panicum colonum o el Calamagrostis pumila.


Iguana marina (Amblyrhynchus cristatus)/Arxiu RMiB


Las scalesias son un grupo vegetal singular y endémico de estas islas, pertenecen a la familia Asteraceae que popularmente se conocen como margaritas gigantes de Darwin. En el archipiélago hay 15 especies de estos árboles y arbustos, algunos de ellos están en peligro de extinción. Gracias a estudios genéticos sabemos que todas derivan de un único antepasado que llegó hace un millón de años. Se fueron diversificando y colonizaron buena parte de las islas e islotes del archipiélago. La mayor de todas es la Scalesia pedunculata que alcanza los 20 metros y se enseñorea formando un bosque en la zona rocosa de “Los Gemelos”, en Santa Cruz, ¡es un lugar mágico!

Todavía se siguen redescubriendo especies que se creían extintas, en 1995 apareció en isla Floreana el árbol Scalesia atractyloides y el lino de Floreana (Linum cratericola).


Algas verdes en isla San Cristóbal/Arxiu RMiB

En el mar hay que destacar la importancia de algas como la lamilla lechuga de mar de Galápagos (Ulva ssp.) que es el principal alimento de la iguana marina y de otras muchas especies.

 

Isla Daphne Mayor/Arxiu RMiB

GEOLOGÍA

La mayoría de los suelos de Galápagos tienen origen volcánico, provienen de la diferente degradación de los depósitos piroclásticos y son de formación relativamente reciente, están datados entre 3 y 5 millones de años. Cada isla es el resultado de un volcán que emergió del fondo oceánico, excepto la isla Isabela en la que se unió la lava de cinco volcanes. El proceso erosivo que han sufrido varía dependiendo las diferentes condiciones de altitud, clima y vegetación. 


Lava basáltica de tipo pahoehoe, bajo el agua en Bahía Sullivan, Isla Santiago/Arxiu RMiB


Los volcanes de Galápagos son de tipo basáltico por lo que difieren de los volcanes continentales que son de lava riolítica. El basalto se caracteriza por tener bajo contenido en sílice, por ello sus lavas son menos espesas o viscosas, fluyen más rápido y además son más explosivas. Gracias a esta fluidez, algunas emanaciones de lava sin demasiada intensidad se han abierto paso por fisuras pequeñas, cuando emergen del océano crean altos y estrechos conos o pináculos de salpicadura.

La caldera volcánica es la depresión circular del cráter original de un volcán, la más grande en el archipiélago es la del Sierra Negra, en Isabela, tiene 7 km de ancho por 10 km de largo. Una vez apagados los volcanes crean en su interior un microclima aislado del exterior que favorece la el desarrollo de nuevas especies. 


Colada de lava de Isla Santiago/Arxiu RMiB


Las tobas o piedra pómez se erosionan con facilidad y forma playas, mientras que los basaltos una vez endurecidos forman rocas negras muy resistentes a la degradación. Hay enormes coladas en Isla Santiago con 100 años de antigüedad que todavía no han podido colonizar las plantas superiores. Solo a partir de los 1.000 años de antigüedad los suelos volcánicos se degradan lo suficiente para permitir el crecimiento de comunidad vegetales complejas. 


Rabihorcado magnífico de las Galápagos (Fregata magnificens magnificens)/Arxiu RMiB


Puerto Ayora, Santa Cruz, 11 de junio de 2022                  

La tarde anterior desembarcamos poco antes de anochecer sin más tiempo que para alojarnos en el hotel Ikala, cenar y dar un pequeño paseo. Esa mañana no tengo mucho tiempo antes del desayuno, por tanto el pequeño paseo matinal no aporta nuevas especies a mi cuaderno de campo.

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De camino al embarcadero de Baltra seguimos por la única carretera asfaltada que atraviesa la isla de norte a sur, al llegar a lo alto descubro los Gemelos. Son dos hundimientos de cráteres, forman unas grandes depresiones redondeadas con paredes verticales rocosas, están rodeados el mejor bosque húmedo de scalesias.


Tiñosa Boba (Anous stolidus)/Arxiu RMiB


Llegados al norte, al canal de Itabaca, nos espera un cómodo yate con el bordeamos por el oeste la isla de Baltra para llegar a Seymour Norte, tras dos horas de navegación reposada. Esta pequeña isla tiene una superficie de 1,9 km², su singularidad es que no es de origen volcánico ya que emergió del océano por un levantamiento tectónico provocado por las erupciones de los volcanes vecinos. Es prácticamente llana y sus resecos suelos permiten el crecimiento de una rica comunidad vegetal. Está cubierta por un bosque de opuntias y espinos, además crecen algunos raquíticos pies de palo santo. Las fragatas aprovechan estos arbolillos para instalar sus nidos, aquí tienen la mayor colonia de cría de Galápagos. Por suerte el mes de junio marca el inicio de la temporada reproductiva. En el suelo anidan algunas parejas de piqueros de patas azules


Iguana terrestre de Galápagos (Conolophus subcristatus) macho/Arxiu RMiB


Esta isla es un reservorio para las iguanas terrestres de Galápagos (Conolophus subcristatus). Curiosamente aquí no habían hasta que el naturalista Allan Hancock traslocó 70 iguanas de la vecina isla de Baltra, donde estaban la mejores poblaciones de todo el archipiélago. Las iguanas de Seymour se multiplicaron mientras que sus vecinas de Baltra fueron extinguidas por las alteraciones que provocó la instalación de un aeropuerto militar norteamericano. En 1950 hubo que devolver iguanas de Seymour Norte para repoblar la vecina isla de Baltra. Son unos reptiles impresionantes, destacan los enormes machos de cabeza amarilla. 


Piquero de patas azules (Sula nebouxii)/Arxiu RMiB


Desembarcamos en Seymour Norte para hacer el único recorrido accesible, el resto de la isla está totalmente restringida, se trata de un sendero circular de 2,5 km. En las orillas descansan los lobos marinos,  en los arenales próximos a la playa encontramos los primeros nidos de piquero de patas azules, algunos ya tienen pequeños pollos acurrucados debajo de sus progenitores que se van turnando. 


Rabihorcado grande (Fregata minor ridgwayi)/Arxiu RMiB


En los bosquetes de palo santo construyen sus nidos el rabihorcado grande, Great Frigatebird (Fregata minor ridgwayi) y el rabihorcado magnífico. Como estamos en el inicio del periodo reproductor algunos machos todavía hinchan sus enormes sacos bucales, de un color rojo vivo con los que intentan  atraer a las hembras y marcar su nido frente a otros competidores. Algunos incuban mientras que en otros nidos ya hay pollos grandes aunque todavía vestidos de un blanco plumón que contrasta con el negro del adulto que está de guardia.


Gaviota tijereta, Swallow-tailed Gull (Creagrus furcatus)/Arxiu RMiB

Entre las rocas descubro adultos y ejemplares jóvenes de gaviota tijereta, Swallow-tailed Gull (Creagrus furcatus). Creía que la gaviota de lava era singularmente hermosa pero se queda corta al compararla con los elegantes adultos de la tijereta

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Pulpo de Galápagos (Octopus oculifer)/Arxiu RMiB

De regreso hacemos una parada en la playa Las Bachas, al norte de Santa Cruz, para dar un paseo hasta unas interesantes lagunas costeras donde encontramos tres flamencos y dos cigüeñuelas, en paso migratorio debe ser un lugar muy interesante.

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Erizo lapicero (Eucidaris galapagensis)/Arxiu RMiB

Después rematamos la jornada con una hora de buceo allí mismo y como en todo Galápagos, el resultado es espectacular. Observo e identifico peces como la damisela de cola amarilla (Stegastes arcifrons), la damisela de cola blanca (Stegastes beebei), pez loro barba azul (Scarus ghobban), pez bandera (Holacanthus passer), sargento mayor (Abudefduf troschelii), sargento mayor oscuro (Abudefduf concolor), vieja arcoíris (Thalassoma lucasanum) y vieja copetona (Bodianus diplotaenia). Además de tortuga verde de galápagos (Chelonia mydas agassisi), erizo Lapicero (Eucidaris galapagensis) o pulpo de Galápagos (Octopus oculifer).


Lagartija de lava de Santa Cruz (Microlophus indefatigabilis)/Arxiu RMiB
 

Puerto Ayora, Santa Cruz, 12 de junio de 2022                  

Esa mañana volvemos a madrugar para llegar a las 9 al embarcadero del canal de Itabaca. Donde nos volvemos a embarcar en la misma “fibra” del día anterior, pero esta vez zarpamos y nos vamos en dirección oeste.

Tras media hora de navegación pasamos rozando la escarpada costa rocosa de la isla Daphne Mayor. Es un viejo cono volcánico de toba que tiene 39 hectáreas y se eleva 120 metros sobre el mar, como buena parte de Galápagos. Está situada 10 km al oeste de Seymour Norte, el acceso está vedado porque está llena de especies interesantes. Consulta el listado de aves que observamos en el siguiente enlace de eBird

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Isla Bartolomé/Arxiu RMiB


Otra hora y media de travesía y llegamos a isla Bartolomé, se denomina así en honor a Sir James Sulivan Bartholomew, un marino amigo de Darwin en el viaje del Beagle. Tiene 120 hectáreas y alcanza los 114 metros de altitud. Han habilitado un sendero de madera que tras subir 372 escalones acerca a la cumbre que cuesta hacer unos 40 minutos. Desde lo alto se observan algunos de los mejores paisajes del archipiélago. Como está muy cerca se domina buena parte de isla Santiago y su espectacular paisaje volcánico. En Bartolomé destaca un enorme pináculo que crece la costa de la bahía donde desembarcamos, la creó la surgencia de una pluma de magma por una pequeña fisura en la corteza terrestre.


Cactus de lava (Brachycereus nesioticus)/Arxiu RMiB


Bartolomé es una  isla reciente por tanto hay pocas plantas que hayan podido colonizar sus  estas resecas y pedregosas laderas. Destaca la presencia de una cactácea endémica, el cactus de lava (Brachycereus nesioticus).


Lagartija de lava de Santiago (Microlophus jacobii)/Arxiu RMiB

 


Apenas viven especies terrestres, nosotros encontramos lagartija de lava de Santiago (Microlophus jacobii) y un grupo de dos adultos acompañados de dos pollos volanderos de pinzón de Darwin terrestre mediano, Medium Ground-finch (Geospiza fortis).

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Pinzón de Darwin Terrestre Mediano (Geospiza fortis)/Arxiu RMiB

Regresamos al barco para ir a la resguarda playa de Bahía Sullivan, en isla Santiago, donde damos un pequeño paseo entre las dunas por la única zona autorizada. Esta isla tiene una superficie de 585 km² y su altitud máxima es el cerro Cowan que cuenta con 907 m. La bahía donde desembarcamos está próxima a un malpaís de lava procedente de la erupción de 1889, es del tipo pahoehoe (suave) que solidifica creando unas características ondas encordadas. Aquí los primeros marinos introdujeron cerdos que una vez asilvestrados extinguieron las iguanas terrestres locales y afectaron seriamente el resto de la fauna autóctona.

En la playa, manglares y en las lagunas salobres observo entre otras especies, flamenco de Galápagos, más lagartija de lava de Isla Santiago y un grupo de cinco ejemplares de pinzón de Darwin terrestre piquigualdo, Sharp-beaked Ground-finch (Geospiza difficilis).

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Después buceamos durante una hora en los bajíos rocosos, destaca la cantidad y variedad de especies. Por destacar alguna señalar la presencia en un campo arenoso de un grupo de anguila Jardín (Heteroconger klausewitzi). Cada una ocupa un estrecho agujero del que solo saca la cabeza y parte del cuello, ante mi presencia se esconden dentro de su cubil, todas a la vez. 


Loro barba azul (Scarus ghobban)/Arxiu RMiB

En pocos metros observo tres tipos de pez loro diferentes, el loro barba azul (Scarus ghobban), loro bicolor (Scarus rubroviolaceus) y loro guacamayo (Scarus perrico). Hay algunos ejemplares del espectacular pez bandera (Holacanthus passer), de la vieja arcoíris (Thalassoma lucasanum) o vieja copetona (Bodianus diplotaenia)


Tortuga verde de Galápagos (Chelonia mydas agassisi)/Arxiu RMiB

Como en casi todos los recorridos de buceo tropiezo con una tranquila tortuga verde de Galápagos (Chelonia mydas agassisi). El broche lo pone una enorme tintorera de arrecife de punta blanca (Triaenodon obesus) que aparece desde las aguas profundas y al verme se da la vuelta, poco después un lobo marino curiosea dando un par de vueltas a mi alrededor.


Lobo marino de Galápagos (Zalophus wollebaeki)/Arxiu RMiB

No quiero olvidar relatar una escena singular que me hizo reflexionar. En la playa a la sombra de los primeros arbustos descansan algunos lobos marinos, hembras adultas y jóvenes lactantes. En la orilla hay un ligero oleaje del que emerge un ejemplar inmaduro. En vez de salir del agua y tumbarse al sol junto a sus congéneres, se queda en la orilla atravesado. Las olas lo empujan rodando fuera del agua y se reboza con la fina arena blanca de origen coralino, mientras el joven gruñe de satisfacción. Sospecho que quiere rascarse todo el cuerpo con la arena cálida. Una vez se retira la ola el lobo que parece una croqueta que cae rodando al mar, allí espera que la siguiente ola lo vuelva a subir por la ligera pendiente arenosa. La escena se repite varias veces y el lobo marino cada vez gruñe más alto. Esta pequeña anécdota me hace pensar lo lúdicos que pueden ser algunos animales, como son capaces de provocar situaciones cuyo único objetivo aparenta ser el disfrute. Sospecho que el resto de vertebrados no son tan diferentes de nosotros. No somos animales tan “superiores” y desde luego ninguna moral humana debería permitir el sufrimiento animal innecesario.


Pingüino de Galápagos (Spheniscus mendiculus), foto de Gerardo Aísa
 

De regreso a Puerto Ayora, junto a la carretera observo una enorme tortuga gigante de Santa Cruz (Chelonoidis porteri) a la puerta de una de las fincas de cultivos.

 

Puerto Ayora, Santa Cruz, 13 de junio de 2022                  

Esa mañana nos embarcamos en dirección a nuestra última etapa en Galápagos, a la isla San Cristóbal. Sólo tengo tiempo para hacer un pequeño recorrido de “pajareo” por Puerto Ayora.


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Texto y fotos de Rafa Muñoz/Arxiu RMiB. Otros autores especificados en el pie Foto.


Galápagos, Isabela, edén primigenio. I

Pelícano pardo de Galápagos, Brown Pelican (Pelecanus occidentalis urinator)/Arxiu RMiB


El archipiélago de las Galápagos tiene una superficie emergida de 8.000 km². Está formado por 13 islas mayores de 10 km², 9 islas con una superficie comprendida entre 1 y 10 km² y 107 islotes. Están situadas en el océano Pacífico en la línea del Ecuador, distan 972 km de las costas de Sudamérica.


Colada de lava/Arxiu RMiB

La confluencia de las placas tectónicas de Cocos, Nazca y Pacífica provoca fisuras en la corteza terrestre por la que escapa el magma y esto genera gran actividad volcánica, esas continuas erupciones formaron estas islas. Las primeras en emerger del océano fueron las más orientales: San Cristóbal y Santa Cruz, hoy son las que tienen menos actividad eruptiva. Conforme la fisura se fue desplazando al oeste, siguieron aflorando nuevas islas. Las más recientes son Isabela y Fernandina, por tanto son las que conservan más actividad volcánica. 


Isla Dhapne Menor, Galápagos, Ecuador/Arxiu RMiB

Isabela es la isla más grande con 4.588 km², fue el resultado de la unión de cinco grandes volcanes, su cumbre más alta es el volcán Wolf con 1.707 m. A pesar de su tamaño sólo viven 2.200 habitantes que se concentran en las proximidades de su principal localidad, Puerto Villamil. Está situada en las costas del sur, el resto de la isla es parque nacional con un acceso totalmente restringido.


Vertiente seca, al norte de la isla de Santa Cruz/Arxiu RMiB

Santa Cruz es la segunda isla más grande, cuenta con 985 km² y tiene 15.200 habitantes. Su mayor cumbre es mucho más modesta ya que solo tiene 864 m, su principal población es Puerto Ayora


Isla Santiago/Arxiu RMiB


Las islas Fernandina y Santiago son la tercera y cuarta respectivamente, no están habitadas, por tanto están estrictamente protegidas. Sólo se permite desembarcar y permanecer en la playa de bahía Sullivan en la isla Santiago.

Le sigue en tamaño la isla de San Cristóbal que cuenta con 558 km², es la que está situada más al oeste, por tanto la más cercana al continente. En ella viven 8.400 ciudadanos y su principal localidad es Puerto Baquerizo Moreno que cuenta con aeropuerto. La cima más alta tiene 730 metros. Al ser la isla más antigua y la que menos actividad volcánica mantiene, es la que más ha desgastado la erosión.


Isla Bartolomé/Arxiu RMiB


El resto de islas mayores son Floreana con 173 km² donde solo viven 100 personas. Le siguen, por orden de tamaño: Marchena, Española, Pinta, Baltra, Santa Fe, Pinzón, Genovesa, Rábida, Seymour Norte, Wolf, tortuga, Bartolomé y Darwin, todas ellas están deshabitadas y tienen el acceso totalmente restringido.

El viajero que prepare un viaje a Galápagos se enfrenta a dos tipos de visita. La que ofertan las agencias es un crucero de más o menos lujo que, a partir de una semana de estancia, propone un recorrido por las principales islas, con desembarcos ocasionales para hacer recorridos terrestres o sesiones de buceo. La otra opción consiste en alojarse en las principales localidades y desde allí hacer excursiones terrestres o embarcarse a los principales lugares de buceo para descubrir la vida salvaje. Sin duda recomiendo la segunda opción a los naturalistas que quieran disfrutar de la biodiversidad, además es bastante más económica que ceñirse a un crucero elitista y con tiempos y rutas demasiado organizados. 


Isla San Cristóbal/Arxiu RMiB

Las Galápagos están situadas en la línea del ecuador por lo que no deberían tener grandes diferencias climáticas. La realidad es que hay un marcado cambio estacional que provoca la alternancia de las corrientes oceánicas y los vientos dominantes, sin embargo la temperatura es muy estable todo el año ya que oscila entre los 20 y los 27° C.

La estación cálida va de enero a mayo y está condicionada por la corriente marina cálida de El Niño que entra por el norte. El agua caliente implica que se reducen los nutrientes que arrastra mar por lo que muchas especies se ven obligas a migrar a aguas más frías. En la superficie los vientos dominantes que llegan del sur empujan frentes nubosos que quedan anclados en las cumbres y descargan lluvias, una media de 400 mm/año. Estas precipitaciones riegan principalmente las zonas medias y altas de las islas, su presencia o ausencia condiciona los diferentes tipos vegetación dominante. La humedad activa la vegetación y con ella, la vida terrestre.

Este fenómeno es muy evidente cuando se transita por la carretera que atraviesa la isla de Santa Cruz, que se despliega en sentido norte-sur. Una mirada atenta percibe que la vertiente sur es mucho más húmeda que la norte. Esto implica que los frentes nubosos entran por el sur y se enganchan en la sierra, por lo que descargan la mayor parte de las lluvias en el sur y apenas riegan la vertiente norte. 


Tortuga Verde de Galápagos (Chelonia mydas agassisi)/Arxiu RMiB



La estación fría se extiende la segunda mitad del año, de junio a diciembre. En esta época entran la corriente oceánica de Humboldt por el sur y la de Cromwell que se presenta por el este. Ambas son frías y arrastran nutrientes que favorecen una explosión de vida marina, este fenómeno se conoce como La Niña. En contraposición en tierra firme desaparecen las lluvias, la vegetación se agosta y llega la época de escasez para la flora y fauna terrestre.

Un naturalista que se plantee disfrutar Galápagos debería tener en cuenta que en la estación fría, en el mar el buceo es espectacular y en tierra aumentan las especies migradoras procedentes, tanto del hemisferio norte como del sur. Las aves marinas aprovechan este periodo para reproducirse.

En la estación cálida el baño es más agradable pero la vida marina se reduce, aunque desovan las tortugas marinas. En tierra firme llueve y la vegetación se muestra con toda su plenitud y las especies terrestres realizan su reproducción.

Resumiendo, creo que los periodos de transición entre estaciones, como mayo-junio y diciembre-enero aumentan las posibilidades de disfrutar de su biodiversidad.


Lobo Marino de Galápagos (Zalophus wollebaeki)/Arxiu RMiB


Isla de Baltra, 8 de junio de 2022

Tomamos un vuelo desde Guayaquil hasta el aeropuerto Baltra, es un islote próximo al norte de la isla Santa Cruz, en Galápagos. La primera impresión al llegar es que estás en una zona desértica, la luz solar del medio día es muy intensa. L vegetación es escasa y está agostada, entre los tonos pardos dominantes lo primero que destaca son unos grandes cactus arbóreos.

Camino hacía la terminal medio cegado por la luz, casi tropiezo con una descarada lagartija de lava de Santa Cruz (Microlophus indefatigabilis) que me observa, solo huye cuando cree que la voy a pisar.

Para entrar en Galápagos, aparte de pagar unas tasas que suman 120$, hay un estricto control de equipajes que intenta evitar la entrada de especies invasoras, o la exportación ilegal de cualquier ejemplar de la biodiversidad autóctona. Antes del vuelo hay rellenar un completo informe que incluya además de los datos personales, todos los alojamientos y fechas durante la estancia. En el aeropuerto de origen hay que pasar un control específico de rayos X, después ponen unos precintos a las maletas que sólo retiran cuando se llega al destino. En Baltra en pocos minutos recogemos las maletas pero antes han tenido que soportar el pisoteo de un cansado perro policía que las olfatea con poco interés. Sospecho que solo piensa en la galletita de recompensa. 


Lagartija de lava de Isabela (Microlophus albemarlensis)/Arxiu RMiB

Dentro de la terminal tengo un subidón de endorfinas cuando veo revolotear un grupo de pinzón de Darwin terrestre chico, Small Ground-finch (Geospiza fuliginosa). Los machos son totalmente negros y las hembras visten de pardo adornadas por un pico ligeramente rosado.


Macho de pinzón de Darwin terrestre chico (Geospiza fuliginosa)/Arxiu RMiB

En la puerta exterior del mínimo aeropuerto crecen más cactus y arbustos espinosos, allí descubro un pinzón mucho más grande y rechoncho, es el pinzón de Darwin vegetariano, Vegetarian Finch (Platyspiza crassirostris) que salta entre las ramas. Es inconfundible, su cabeza y pico son de color negro, muy grandes, el resto plumaje es una mezcla gris moteado sobre tonos pardos.


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Un consejo a los viajeros naturalistas, no tengáis prisa en abandonar el aeropuerto, dejar los prismáticos y cámara a mano que aquí se ven con facilidad especies más difíciles de encontrar en el resto del archipiélago.


Piquero patas azules (Sula nebouxii)/Arxiu RMiB

Cogemos un autobús que siguiendo una pista pedregosa nos acerca al embarcadero sur. Hay un pequeño pantalán que se aboca a un estrecho canal que nos separa de la isla de Santa Cruz. Maravillado observo en medio del canal un enorme grupo de piquero patas azules, Blue-footed Boody (Sula nebouxii) que se lanzan en picado al mar, emergen con rapidez, vuelven a levantar el vuelo unos pocos metros y pican otra vez. Sin duda debe haber un buen banco de cardumen en la zona. 


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Rabihorcado magnífico de las Galápagos (Fregata magnificens magnificens)/Arxiu RMiB 


Isla de Santa Cruz, 8 de junio de 2022

Casi sin enterarme desembarcamos en Santa Cruz, aquí centran mi atención los rabihorcados magníficos de las Galápagos, Magnificent Frigatebird (Fregata magnificens magnificens) que planean buscando algún despojo. Posado en una boya descubro un espectacular pelícano pardo de Galápagos, Brown Pelican (Pelecanus occidentalis urinator). Entre los piqueros que pican incansablemente, revolotea un grupo de tiñosa Boba, Brown Noddy (Anous stolidus) en pos de los despojos.


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Tiñosa Boba (Anous stolidus)/Arxiu RMiB

No disponemos de más tiempo y además no conviene perder de vista el equipaje, aunque en estas islas amables dudo que haya ningún tipo de delincuencia. Subimos a un taxi y salimos por una carretera rectilínea que se dirige al sur. La estrecha vía sin arcén corta un espeso bosque seco dominado por cactus opuntias y arbustos espinosos. Al llegar a la cumbre que ronda los 800 metros de altitud la vegetación cambia de súbito. En la vertiente sur crece un espeso bosque húmedo de scalesias que están completamente cubiertas de líquenes filamentosos. Cuando la carretera empieza el descenso el bosque se abre con pastizales y aparecen algunas granjas, hay dehesas verdes salpicadas de árboles de gran porte. Destacan árboles como los guayabillos (Psidium galapageium) y los grandes ejemplares de palo santo (Bursera graveolens).


Iguana marina (Amblyrhynchus cristatus)/Arxiu RMiB

Llegamos a Puerto Ayora a la hora de la comida y nada más acabar nos dirigimos al embarcadero. Empujamos las maletas por las pasarelas intentando no pisar a los lobos marinos de Galápagos (Zalophus wollebaeki), descansan en medio del pantalán, en las escaleras que salen del mar, incluso se acuestan  encima de los bancos. Hay una hembra que está recostada dormitando encima de un banco de madera mientras amamanta a su cachorro crecido, al que abraza con delicadeza. En el suelo, unos metros más adelante hay dos crías pequeñas solas, deben haber nacido hace un par de meses y esperan la llegada de sus madres para abalanzarse sobre sus pezones.

Entre las rocas se solean pequeñas iguanas marinas (Amblyrhynchus cristatus) que descansan al lado de unos cangrejos grandes y coloridos, son las zapayas (Grapsus grapsus).


Zapaya (Grapsus grapsus)/Arxiu RMiB


Subimos a una pequeña barca taxi que, a cambio de un dólar, nos acerca a la potente motora que nos ha de llevar a la isla Isabela. En el agua trasparente y poco profunda se distingue una raya látigo diamante, Diamond Stingray (Dasyatis dipterura).

Nos queda una travesía de dos horas y media, en un mar abierto que está picado con olas de entre uno y dos metros. Vamos en una potente motora que no baja de los 25 nudos de velocidad, por lo que salta por encima de las olas más grandes y al caer golpea con violencia su casco contra el mar. El patrón no tiene ningún miramiento con la integridad del casco de fibra, debe cumplir horarios y llegar cuanto antes. Me cuenta un vecino de Isabela que no suelen aguantar más cinco de años. Los empellones más violentos alzan una lluvia de espuma que moja a los que estamos sentados en popa, pero un marinero nos facilita impermeables. Me sorprende que no se maree nadie.


Pardela de Galápagos (Puffinus subalaris)/Arxiu RMiB


A pesar del violento movimiento de la embarcación puedo identificar un enorme albatros de Galápagos, Waved Albatross (Phoebastria irrorata), pardela de Galápagos, Galapagos Sheawater (Puffinus subalaris) y piquero nazca, Nazca Boody (Sula granti).


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Playa Grande, Puerto Villamil/Arxiu RMiB

Puerto Villamil, Isla Isabela, 8 de junio de 2022

Arribamos al pequeño Puerto Villamil a las cuatro de la tarde. En esta localidad viven 2.200 habitantes y en toda la isla no llegan a los tres mil. Desembarcamos y tras pasar el estricto control de los precintos biológicos de las maletas, un taxi nos acerca al sencillo y coqueto hotel Albermarle. Desde su puerta solo hay que cruzar un carril arenoso para llegar a la espectacular Playa Grande. Enseguida se pone el sol llenando de un rojo anaranjado el infinito océano Pacífico. Ha sido una jornada intensa y hay que reponer fuerzas para poder madrugar al día siguiente, pero todavía hay luz para un paseo productivo por la playa.


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Gaviotas de lava (Leucophaeus fuliginosus)/Arxiu RMiB


Puerto Villamil, Isla Isabela, 9 de junio de 2022

Al amanecer recorro Playa Grande, siguiendo 3 km dirección oeste hasta la playita, lo que me permite descubrir muchas aves marinas y limícolas. A destacar las oscuras y elegantes gaviotas de Lava, Grey Gull (Leucophaeus fuliginosus) o las miméticas garcillas de lava, Lava Heron (Butorides sundevalli) que también son negras para camuflarse y poder pescar entre los bajíos de negra lava.




Lo que más me impresionante es observar cómo se asocian para pescar los pelícanos pardos de Galápagos, los piqueros de patas azules y los lobos marinos de Galápagos y alrededor se concentran las tiñosas bobas para recoger los restos del festín.

 

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Macho de pinzón de Darwin de cactus (Geospiza scandens)/Arxiu RMiB


Después del desayuno en compañía de mis amigos y un guía visitamos la Poza las Salinas donde añadimos más especies de aves acuáticas y varios ejemplares de pinzón de Darwin de cactus, Common Cactus-finch (Geospiza scandens). El guía se sorprendió cuando encontramos un macho con una espina en el pico, algo que solo hace el pinzón carpintero.


Juvenil de cigüeñuela cuellinegra (Himantopus mexicanus)/Arxiu RMiB


Caminando sobre pasarelas de madera que salvan las pequeñas lagunas rodeadas de manglares, observamos flamenco de Galápagos, American Flamingo (Phoenicopterus ruber), gallineta americana del Pacífico, Common Gallinule (Gallinula galeata cachinnans) y cigüeñuela cuellinegra, Black-necked Stilt (Himantopus mexicanus).


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Cópula de tortuga gigante de sierra Negra (Chelonoidis guntheri) en cautividad/Arxiu RMiB


No tardamos en llegar al Centro de Crianza Tortugas Gigantes Arnaldo Tupiza Chamaidan. Allí reproducen en cautividad tortugas gigantes de sierra Negra (Chelonoidis guntheri) y de cerro Azul (Chelonoidis vicina) en 2021 consiguieron la eclosión de 280 crías, ambas especies son autóctonas de Isabela.

Seguimos al guía hasta el sendero del Muro de las Lágrimas, serpentea entre mangles rojos (Rhizofora mangle) y negros (Avicennia germinans) que rodean unas pequeñas lagunas salobres. En las zonas alejadas de los esteros crece una peculiar selva formada por cactus arbóreos, son las tunas (Opuntia galapageia), además hay arrayancillos (Maytenus octogona) y manzanillos (Hippomane mancinella). 


Pinzón de Darwin terrestre grande (Geospiza magnirostris)/Arxiu RMiB


Entre sus ramas seguimos sumando aves como el pinzón de Darwin terrestre grande, Large Ground-finch (Geospiza magnirostris) o el sinsonte de Galápagos, Galapagos Mockingbird (Mimus parvulus).


Tortuga Gigante de sierra Negra (Chelonoidis guntheri)/Arxiu RMiB

Completamos el paseo encontrando una tortuga Gigante de Cerro Azul (Chelonoidis vicinia) que se acababa de dar un refrescante baño de barro. En los puntos en los que el sendero se acerca a la costa rocosa descansan ajenos a nuestra proximidad piqueros de patas azules, lobos marinos e iguanas marinas ¡En Galápagos los animales no tienen miedo del hombre!

 

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Pingüinos de Galápagos (Spheniscus mendiculus)Arxiu RMiB

Por la tarde nos embarcamos para ir al islote de Tintoreras y su laberíntico arrecife que protegen a puerto Villamil del mar abierto. Además del omnipresente piquero de patas azules, descubrimos los primeros pingüinos de Galápagos, Galapagos Penguin (Spheniscus mendiculus). Acaban de llegar con la entrada de las corrientes frías, pronto empezarán la temporada de cría. 


Paiño de Elliot (Oceanites gracilis)Arxiu RMiB

En la bahía mariposean y caminan sobre el agua dos paiño de Elliot, Elliot's Strom-Petrel (Oceanites gracilis) mientras en el cielo patrulla un grupo de rabihorcado magnífico, no necesitan mover sus alas aerodinámicas para desplazarse, la brisa las impulsa. 


Garza azulada (Ardea herodias)Arxiu RMiB

Desembarcamos para recorrer un sendero en el islote mayor de Tintoreras, aparte de lobos marinos destaca la presencia de ejemplares de lagartija de Lava de Isabela (Microlophus albemarlensis), una preciosa garceta grande, Great Egret (Ardea alba) y una garza azulada, Great Blue Heron (Ardea herodias).


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Tintoreras de arrecife de punta blanca (Triaenodon obesus)Arxiu RMiB

Acabado el paseo nos ponemos el fino neopreno de verano, gafas, tubo y aletas para hacer una sesión de buceo en uno de los corredores de mar que cortan en dos las negras rocas de lava. Estos largos y estrechos callejones no tienen más de un metro y medio de profundidad por menos de dos de ancho. Allí descansan agrupados una veintena larga de tintoreras de arrecife de punta blanca (Triaenodon obesus). Estos son unos pequeños tiburones de arrecife que no pasan de los 1,6 metros de longitud, destaca su rechoncha cabeza y la punta blanca de su aleta dorsal. De día descansan en lugares resguardados y por eso se concentran en estos pasadizos. Lo sorprendente es que dos lobos marinos jóvenes juguetean con ellos, nadan con rapidez a su alrededor, los rozan sin más explicación que querer molestarlos. Los escualos los ignoran estoicos, además han de soportar los alucinados buceadores que pasamos por encima de ellos, tan cerca que casi podríamos tocarlos. 


Pez globo espinoso (Diodon holocanthus)Arxiu RMiB

En el regreso hasta la embarcación encuentro en el fondo arenoso una raya águila manchada (Aetobatus narinari), una estrella de Mar Chocolate (Nidorellia armata), varios pez globo espinoso (Diodon holocanthus), todo mientras dos tortugas verdes de Galápagos (Chelonia mydas agassisi) se alimentan dentro de la bahía.


Estrella de Mar Chocolate (Nidorellia armata)Arxiu RMiB 


Puerto Villamil, Isla Isabela, 10 de junio de 2022            

Por la mañana vuelvo a pajarear en Playa Grande. Añado un sinsonte de Galápagos, Galapagos Mockingbird (Mimus parvulus) que se deja ver en lo alto de una rama. Sin duda este lugar es un punto caliente de biodiversidad.  


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Piqueros Nazca (Sula granti)Arxiu RMiB

Después del desayuno nos embarcamos para ir los Túneles de Cabo Rosa, en la costa sur al oeste de Puerto Villamil. Tras una hora de navegación tranquila llegamos a Roca Unión, es un pequeño farallón que emerge aislado en medio del mar, en lo alto descansa un grupo de piquero nazca y en las proximidades descubro un rabijunco etéreo, Red-billed Tropicbird (Phaethon aethereus).


Paiño de Galápagos (Hydrobates tethys tethys)Arxiu RMiB


En el mar revolotean varios ejemplares de paiño de Galápagos, Wedge-rumped Strom-petrel (Hydrobates tethys tethys) y paiño de Madeira, Band-rumped Strom-petrel (Oceanodroma castro).


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Lobos peleteros de Galápagos (Arctocephalus galapogoensis)Arxiu RMiB

Después de darle una vuelta nos dirigimos a la costa, al manglar del Finado. En los primeros escollos descansan algunos pingüinos y dos lobos peleteros de Galápagos, Galápagos fur seal (Arctocephalus galapogoensis).


Vídeo de Gerardo Aísa en el manglar del Finado


Desembarcamos para recorrer un pequeño sendero por el islote que serpentea entre nidos de piquero de patas azules que nos ignoran mientras realizan sus bailes rituales, otros dormitan recostados sobre sus puestas junto a las opuntias.


Manglar del Finado y opuntia arbórea monumentalArxiu RMiB


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Tiburón de punta negra (Carcharhinus limbatus)Arxiu RMiB

Nos volvemos a embarcar para dirigirnos a una laguna resguardada en el interior del arrecife, allí buceamos en el manglar. Puedo identificar sargos como Archosargus pourtalesii, tres perciformes como  Stegastes arcifrons, Abudefduf troschelii y Holacanthus passer. Lo más espectacular es encontrar varios juveniles y un enorme adulto de tiburón de punta negra (Carcharhinus limbatus).


Mantarraya gigante (Mobula birostris)Arxiu RMiB 

De regreso a puerto sorprendemos una mantarraya gigante, Giant oceanic Manta Ray (Mobula birostris), solo saca del agua de sus aletas. En pocas horas abandonaremos Isabela y fantaseo pensando que se está despidiendo de nosotros, ruego que se deje ver mejor pero no tenemos más contactos con esta especie. 


Sinsonte de Galápagos (Mimus parvulus)Arxiu RMiB

Después de comer nos espera la larga travesía de retorno a Santa Cruz. Por suerte hoy el mar está muy tranquilo, paradójicamente apenas encontramos aves en el trayecto.


Manglar del FinadoArxiu RMiB

Texto y fotos de Rafa Muñoz/Arxiu RMiB. Otros autores especificados en el pie Foto.