Iguanas y lagartijas de Galápagos

 

Iguana terrestre común de Galápagos (Conolophus subcristatus), Arxiu RMiB

En Galápagos viven tres especies endémicas de iguanas terrestres, pertenecen al género Conolophus. Son parientes muy próximos de la iguana del Caribe (Iguana delicatissima), algunos de los cuales debieron llegar al archipiélago flotando encima de restos de vegetación hace 10,5 millones de años.

Estos reptiles alcanzan hasta 120 cm de longitud y hasta los 70 años. Son animales de sangre fría que necesitan solearse antes de activarse, en momentos muy calurosos se resguardan a la sombra y en las noches frescas se refugian en huecos excavados en el suelo arenoso para mantener el calor corporal. Seleccionan para vivir zonas secas con cubierta vegetal.

Las iguanas son básicamente herbívoras, pueden ingerir cualquier parte de los cactus opuntia que componen un 80% de su dieta, desde las tiernas y jugosas flores o frutos, hasta las ásperas hojas o espinas. Ocasionalmente pueden consumir carroña o atrapar insectos grandes como langostas o ciempiés. Al vivir en zonas sin agua dulce obtienen la mayoría de la hidratación necesaria del cactus nopal, aunque en época de lluvias prefieren abrevar en charcos o manantiales.

Los neonatos y jóvenes hasta los cuatro años de edad pueden ser víctimas del gavilán de Galápagos (Buteo galapagoensis), de culebras de Galápagos como Pseudalsophis dorsalis y Pseudalsophis occidentalis, del búho campestre (Asio flammeus) además de garzas, todos estos predadores son especies autóctonas. Desde la llegada de nuestra especie al archipiélago se ha añadido la presión de perros, gatos, ratas y cerdos.

El inicio de su periodo fértil comienza entre los 8 y los 15 años de edad, se inicia al final de la temporada de lluvias entre finales de junio y septiembre. Los machos son territoriales y no dudan en enfrentarse a otros competidores que invadan sus dominios. En sus riñas se lanzan mordiscos o se golpean con las poderosas colas.

Intentan atraer a su feudo varias hembras. Una vez grávidas se desplazan incluso hasta 40 km de distancia para llegar a lugares arenosos propicios donde excavan un agujero de medio metro de profundidad en el que ponen entre 8 y 22 huevos, entre los meses de octubre y diciembre. Después de tapar el nido se quedan vigilándolo durante unos días para evitar que otras hembras lo dañen al intentar hacer sus propias puestas, no dudan entablar violentos combates para alejarlas. La incubación oscila entre los 85 y los 120 días.


Pinzón de Darwin Fuliginoso, Small ground finch (Geospiza fuliginosa). Arxiu RMiB


Las iguanas mantienen una relación simbiótica con los pinzones fuligionosos (Geospiza fuliginosa) y sinsontes (Nesomimus parvulus) que les libran de las garrapatas. Para invitar a las aves limpiadoras se estiran y quedan inmóviles mientras las aves acceden hasta los más recónditos rincones de su cuerpo.

En su visita al archipiélago en 1835, Charles Darwin describió esta especie y constató su parecido con las iguanas del continente aunque no tuvo especial interés por estos reptiles a los que llegó a calificar como “feos y estúpidos en apariencia”.

 


PROTECCIÓN

Las iguanas terrestres y marítimas de Galápagos están protegidas por las leyes internacionales. Su tenencia y comercio está regulado por el CITES (Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres). A pesar de ello siguen siendo víctimas del tráfico ilegal ya que los iguánidos tienen una legión de admiradores, ansiosos de poseer un ser grande, poderoso y feo, a la vez que plácido y resistente.

 

ESPECIES

Conolophus subcristatus en Seymour Norte. Arxiu RMiB


Iguana terrestre común de Galápagos (Conolophus subcristatus)

Antes del comienzo de los programas de manejo y reproducción en cautividad, la iguana terrestre común de Galápagos (Conolophus subcristatus) se distribuía sólo en las islas Isabela, Fernandina, Plaza Sur y Santa Cruz.

Esta especie tiene un acusado dimorfismo sexual, los machos son más grandes, presentan una coloración amarilla en cabeza y dorso mientras que en las extremidades posteriores, cola y dorso lucen un tono rojizo oscuro u oliváceo. Miden hasta 107 cm y llegan a pesan 12 kg. Las hembras son más pequeñas, miden hasta 91,8 cm y pesan 8 kg, sus escamas son predominantemente marrones. Ambos sexos poseen una cresta dorsal, patas cortas y musculosas que terminan en unos pies poderosos, sus dedos son pequeños y están armados con grandes uñas.

Se alimenta de bayas, semillas, cangrejos, escarabajos, grillos, saltamontes, carroñas e incluso devoran su propia piel después de las mudas.

C. subcristatus se extinguió en isla Santiago durante el siglo XIX a consecuencia de la presión que ejercieron cerdos y cabras sobre nidos y huevos. La última referencia de iguanas terrestres en Santiago es de la visita de Charles Darwin, en 1835.

Después de un intenso y caro programa de erradicación se consiguió eliminar los cerdos en 2001 y los chivos en 2008. En 2015 empezó el programa de reintroducción con ejemplares procedentes de Seymour Norte. Desde entonces se ha podido constatar la perfecta adaptación y el rápido crecimiento de su población, sólo en 2019 se liberaron 2.139 iguanas criadas en cautividad. La iguana terrestre ayuda al ecosistema favoreciendo la dispersión de semillas y la apertura de espacios aclarados sin vegetación cerrada.

También se extinguió en Rábida y sus poblaciones están muy mermadas en Santa Cruz, en Isabela tienen una situación más estable. 


Conolophus subcristatus en Seymour Norte, Arxiu RMiB


En 1930 no había iguanas en la isla Seymour Norte por lo que el magnate californiano William Randolph Hearst liberó ejemplares capturados en la vecina isla de Baltra. En 2020 un censo en Seymour Norte determinó que hay 4.571 individuos. La densidad de su población es muy elevada y ello está afectando la cubierta vegetal de la pequeña isla.

En Baltra se extinguieron poco después, en 1954. Se cree la causa fueron los disparos y atropellos por parte de las aburridas tropas norteamericanas que acantonaron allí en plena Guerra Fría. Para recuperarlas, las autoridades del parque nacional decidieron traslocar algunos individuos de la vecina Seymour Norte. En la actualidad se estima que su población es de 10.000 ejemplares adultos, está considerada como especie vulnerable por la Lista Roja de UICN.

En la isla Plaza Sur se han encontrado seis híbridos, procedentes del cruce de macho de iguana marina (Amblyrhynchus cristatus) con hembra de iguana terrestre amarilla (Conolophus subcristatus). Este pequeño islote de 0,13 km² está densamente poblado por 53 iguanas terrestres/hectárea y 49 iguanas marinas/hectárea. Se cree que sus descendientes no son fértiles y solo viven hasta 10 años por lo que no preocupa esta hibridación.

 

Conolophus pallidus. Foto de Benjamint444 en Wikipedia

Iguana terrestre de Santa Fe (Conolophus pallidus)

En la zona costera situada al este de la isla de Santa Fe vive la iguana terrestre de Santa Fe (Conolophus pallidus). Esta es una pequeña isla de 24 km² con una elevación máxima es de 250 m, su cubierta vegetal está formada por bosques abiertos de palo santo (Bursera graveolens) y nopal gigante (Opuntia echios) y pastizales secos.

Esta iguana la describió el zoólogo Edmund Heller en 1903, aunque algunos taxónomos cuestionan que C. pallidus sea una especie válida, creen que en realidad es una subespecie de C. subcristatus.

Morfológicamente es muy similar a la iguana terrestre común, aunque presenta un color más pálido y su hocico es más cónico y largo. Tiene la cresta dorsal más grande, los machos miden 114 cm de largo y pesan hasta 11 kg mientras que las hembras alcanzan 100 cm y pesan un máximo de 5,4 kg.

El 56% de su dieta lo compone la opuntia, que complementa con diferentes partes de otras 25 especies vegetales. Obtiene el 80% de la humedad que necesita consumiendo frutos, flores o almohadillas del nopal (Opuntia ficus-indica). Ocasionalmente pueden capturar escarabajos, ciempiés o carroña. Los juveniles son semiarbóreos, se refugian y alimentan entre las ramas de los arbustos donde capturan insectos que son el grueso de su dieta.

Los machos controlan territorios de un tamaño medio de 20m² donde pueden llegar a cubrir hasta 7 hembras. Mantienen una relación simbiótica con los pinzones de Darwin, se quedan inmóviles y los pájaros les libran de garrapatas y otros parásitos cutáneos.

Su población está catalogada como vulnerable por la Lista Roja de las Especies Amenazadas de la IUCN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza) ya que está distribuida en un área muy restringida pero se mantiene en condiciones óptimas gracias a que se han eliminado las especies invasoras en la década de 1970, se calcula que en la isla viven 7.500 individuos.

Iguana rosada, foto de Gentile, Gabriele, & Snell, Howard. (2009)

Iguana terrestre rosada (Conolophus marthae)

En 1986 se descubrió una nueva especie, la iguana terrestre rosada (Conolophus marthae). Hubo que esperar al análisis genético en 2009 y que se publicara su descripción (Gentile, Gabriele & Snell, Howard. 2009) para certificar que era una especie originada 5.700.000 años.

Tiene un área de distribución muy reducida con solo 25 km² y recóndita, está situada en la ladera norte y la cumbre del volcán Wolf, entre los 600 y los 1.700 m de altitud. Su hábitat lo compone el matorral seco tropical y el bosque seco tropical. No desciende dentro de la caldera como si lo hace C. subcristatus.

Los machos miden un máximo de 108,4 cm y las hembras 77,4 cm, pesan hasta 5 kg. Se diferencia de la iguana terrestre común en el tamaño de la cresta dorsal y por tener una coloración general de color rosa asalmonado, atravesada por anchas bandas verticales negruzcas en los costados.

Su estudio es muy complejo porque los científicos sólo pueden acceder con helicóptero por lo que desconocemos casi todo. Según un ecógrafo portátil por ultrasonidos con el que muestrearon 19 hembras, 5 estaban grávidas y tenían entre 3 y 11 huevos. Excavan madrigueras de hasta 3 metros de profundidad donde se deben refugiar de cualquier peligro y del frío.


Iguana rosada, foto de Gentile, Gabriele, & Snell, Howard. (2009)


Otro estudio liderado por la Dirección del Parque Nacional de Galápagos y la Universidad Tor Vergara de Italia, ha descartado la hibridación entre las iguanas terrestres amarillas (Conolophus subcristatus) y las iguanas rosadas (Conolophus marthae) que cohabitan en la cumbre de volcán Wolf, basándose en que las pautas cortejo que son muy diferentes en ambas especies y que no se observa hibridación en las muestras genéticas estudiadas.

Los adultos más pequeños deben temer a los ratoneros de las Galápagos (Buteo galapagoensis) además de los ataques de ratas y gatos. C. marthae tiene que competir por los alimentos y por los lugares de anidación con la población sinóptica de iguana terrestre común de Galápagos (C. subcristatus) con la que comparte el territorio y además es cuatro veces más abundante en el área que ocupa la rosada. Aquí no acaban los problemas, Wolf es un volcán activo que tiene frecuentes erupciones, la última tuvo lugar en 1982.

Preocupa que en los diferentes censos realizados no se han encontrado ejemplares jóvenes por lo que se plantea iniciar la reproducción en cautividad. Su población es extremadamente reducida ya que solo hay 192 ejemplares, en el breve periodo que se ha monitorizado parece que se mantiene constante. Por la suma de amenazas, lo reducido de su población y área de distribución, C. marthae está considerada en peligro crítico por la IUCN.

 

Iguana marina (Amblyrhynchus cristatus). Arxiu RMiB

 IGUANA MARINA

La singular iguana marina (Amblyrhynchus cristatus) es el único saurio vivo capaz de alimentarse en el mar. Su linaje se separó de las iguanas terrestres hace unos 8 millones de años.

Los machos son grandes alcanzan los 233 cm de longitud total y llegan a los 15 kg de peso, las hembras se quedan con unos respetables 160 cm. Su tamaño difiere entre las islas, en las más pequeñas las iguanas son enanas. Su piel escamosa tiene color oscuro, casi negro para poder absorber el calor del sol con rapidez y alcanzar su temperatura óptima que es de 35,5 °C, además les permite mimetizarse con las rocas de lava. Están provistas de un morro romo que les facilita arrancar las algas del fondo marino. Su cola es musculada y aplanada, la utiliza para impulsarse bajo el agua. Los machos tienen una cresta dorsal formada por escamas cónicas y puntiagudas, es más grande que la de hembras y jóvenes. Viven a lo largo de todas las costas del archipiélago y pueden alcanzar hasta 30 años de edad.


Iguana marina (Amblyrhynchus cristatus), Arxiu RMiB


Los adultos consumen algas, como la lamilla lechuga de mar de Galápagos (Ulva ssp.) para ello se sumergen hasta los 15 metros y bucean hasta 20 minutos sin necesidad de respirar. También pueden ingerir plantas en la playa, atrapar pequeños pulpos, crustáceos, saltamontes, cucarachas, carroña e incluso heces o placentas de leones marinos. Los juveniles con menos de 1,4 kg de peso deben conformarse con forrajear en la zona intermareal, su pequeño tamaño no les permite nadar y sumergirse con la suficiente efectividad.

En el mar de Galápagos la corriente cálida del Niño implica la reducción de algas verdes y rojas que son su principal alimento. En esa época proliferan las algas café que son de difícil digestión para estos saurios. En prolongadas épocas de escasez las iguanas pueden reducir su tamaño corporal, incluso menguar el tamaño de sus huesos. Cuando regresa la abundancia que traen las corrientes frías recuperaran su tamaño con rapidez y vuelven a crecer con normalidad. Gustan de vivir agrupadas y llegan a darse densidades de hasta 8.000 individuos por kilómetro de costa.


Iguana marina (Amblyrhynchus cristatus), Arxiu RMiB


Su jornada diaria comienza con un baño de los primeros rayos de sol para calentarse. Después se zambullen para alimentarse, sólo el 5% de su tiempo a esta actividad. Dentro del agua reducen su ritmo cardiaco para retrasar el enfriamiento. Una vez cubiertas sus necesidades alimenticias regresan a la orilla donde se tumban para solearse y recuperar la temperatura. Lanzan violentos estornudos para evacuar la sal acumulada durante las inmersiones. En las horas más calurosas se refugian a la sombra mientras que en las noches frescas se amontonan para mantener el calor corporal.


Juvenil de iguana marina, Arxiu RMiB

Entre los 3 y los 15 años de vida, antes las hembras que los machos, empieza su fertilidad. El celo coincide con la llegada del periodo de abundancia que traen las corrientes frías de la Niña. Este periodo difiere según islas pero en general se inicia entre diciembre y enero. Los machos defienden un territorio de entre 2 y 39 m² de otros competidores. No dudan en enfrentarse cara a cara en desafíos que incluyen empujones con la cabeza o mordiscos que pueden provocar grandes heridas. Sólo los individuos más grandes logran cubrir hasta 45 hembras. Las hembras eligen a los machos más grandes, un mes después de quedar grávidas, excavan un agujero en la arena donde depositan entre 1 y 6 huevos en la playa. Incluso llegan a enterrarlos en los alcorques del paseo marítimo de localidades como Puerto Vaquerizo Moreno.


Iguana marina (Amblyrhynchus cristatus), Arxiu RMiB

Los huevos tardarán hasta 20 días en eclosionar. Los neonatos se alimentan casi exclusivamente de las heces de los adultos, sin duda esto les facilita adquirir las bacterias que tienen los adultos en su tracto digestivo, que en un futuro les ayudará a digerir las algas. Tienen los mismos enemigos naturales que sus parientes terrestres a los que se añaden las gaviotas que no dudan atrapar las iguanas más pequeñas.

Otro ejemplo del experimento evolutivo que significan las islas Galápagos lo tenemos con las iguanas de la Isla Plaza Sur. Se han encontrado híbridos nacidos de macho de iguana marina y de hembra de terrestre, las crías nacen y prosperan pero son estériles.

 

Lagartija de lava de San Cristóbal (Microlophus bivittatus), foto de Gerardo Aisa

LAGARTIJAS DE LAVA

En Galápagos viven diez especies distintas de lagartijas de lava (Microlophus ssp.), son endémicas del archipiélago y se distribuyen por todas las islas grandes, excepto Genovesa.

Dependiendo de la especie tienen entre los 15 y los 30 cm de longitud. Los machos son mayores que las hembras y lucen libreas más coloridas. Las hembras visten tonos más apagados y miméticos, ambos sexos ajustan el color de su piel al del entorno en el que viven.


Lagartija de lava de Isabela (Microlophus albemarlensis). Foto de Gerardo Aisa


Son omnívoras y diurnas, consumen principalmente insectos, complementan la dieta con semillas u hojas. Viven un máximo de diez años. Los machos defienden hasta 400 m² de territorio en el que cubren un máximo de cuatro hembras. Estas entierran las puestas en suelos arenosps que incuba el sol durante unos tres meses.


Lagartija de lava Santa Cruz (Microlophus indefatigabilis), Seymour Norte, Arxiu RMiB


En Isabela Fernandina vive Microlophus albemarlensis en las zonas costeras, en Santa Fe se encuentra Microlophus barringtonensis, en San Cristóbal prospera Microlophus bivittatus, en la Española está Microlophus delanonis, en Pinzón vive Microlophus duncanensis, en Floreana encontraremos Microlophus grayii, en Santa Cruz, Seymour Norte y Baltra se presenta  Microlophus indefatigabilis, en isla Santiago y Bartolomé y en los islotes cercanos prospera Microlophus jacobi, en Pinta se ha identificado Microlophus pacificus, por último en Marchena aparece Microlophus habelii.


El autor en Isla Isabela delante de iguanas marinas. Foto de Gerardo Aisa


BIBILIOGRAFÍA Y REFERENCIAS

Arteaga A, Bustamante L, Vieira J, Guayasamin JM (Eds) (2020) Reptiles of Ecuador: Life in the middle of the world. Available from: www.reptilesofecuador.com

https://bioweb.bio/faunaweb/reptiliaweb/FichaEspecie/Conolophus%20subcristatus

https://www.darwinfoundation.org/es/datazone/checklist?species=5262

https://ecuadorgalapagosinfo.com/flora-fauna-galapagos/animales/iguana-terrestre/

https://es.wikipedia.org/

https://ecuador.inaturalist.org/taxa/35324-Conolophus-subcristatus

Gentile, Gabriele & Snell, Howard (2009) “Conolophus marthae sp. nov. (Squamata, Iguanidae), a new species of land iguana from the Galápagos archipelago”. pp. 1-10 in Zootaxa 2201 on page 7, DOI: 10.5281/zenodo.189620

Valledor, A. (2018). “Tortugas Terrestres Gigantes. Una revisión histórica, taxonómica, ecológica y de su situación actual”. In Makaronesia. Boletín de la Asociación Amigos del Museo de la Naturelaza y Arqueología. Nº 20. Diciembre 2018. Pp 156-209.


Texto y fotos de Rafa Muñoz/Arxiu RMiB. Otros autores especificados en el pie Foto.